Gijón vuelve a prepararse para la batalla, aunque quizás de una manera distinta a como lo venía haciendo meses atrás. El descenso ya está completamente confirmado, sin poder cambiarlo en ningún momento. Eso hace que los ánimos estén bajos, algo que "mejora" con la visita de los béticos a la ciudad asturiana. Será un partido difícil para cualquier sportinguista: ver como tu equipo sigue luchando por vencer y, al final, no le servirá de nada. Es un "quiero y no puedo", pero que ya venía cosechándose partido tras partido en El Molinón.  

Afrontando lo estrictamente profesional

A pesar de todo, los jugadores no dejan de ser profesionales del fútbol, por lo que tendrán que dar la cara frente al Betis en la última jornada de Liga, aunque ya no puedan hacer nada por cambiar el descenso del equipo a la categoría de plata del fútbol español. Rubi plantea un partido con todo, o al menos, eso parece con la convocatoria: los de siempre, como siempre. Lora vuelve a quedarse fuera de la convocatoria, así como Elderson y Traoré, que tampoco estarán presentes en la que sería su despedida del Templo rojiblanco. 

Por su parte, el Betis no lo afronta de la misma manera. Con el objetivo cumplido varias semanas atrás, lo cierto es que el técnico verdiblanco ha decidido salvaguardar a su plantilla y viajar simplemente con lo justo y necesario. Unos cambios que pueden venir dados del malestar de la plantilla, así como de la afición, que ha tenido que ver como su equipo perdía por goleada frente al Leganés algo que, cabe recordar, certificó no matemáticamente, pero sí a nivel anímico, a los rojiblancos: era una utopía pensar que no estaría en el infierno de segunda. El banquillo ha sufrido muchos movimientos, y quizás sea ese el motivo por el que se considera este último encuentro como un simple trámite, algo que hay que hacer por obligación pero que para ninguno de los dos tiene sentido ninguno. 

La despedida de varios rojiblancos

El Molinón, aún entre lágrimas por ver a su equipo a la deriva, tendrá que ver como muchos jugadores importantes y queridos por los aficionados tomarán rumbo hacia otro césped, otros colores y otra ciudad. Y es que no es fácil retener a gente de calidad. Lo que sí está claro es que a pesar de los resultados, Gijón no se quedará en silencio, ni mucho menos criticará a los que han defendido su camiseta, con más o con menos acierto, pero que lo han hecho como mejor sabían. Por eso, se irán entre aplausos, aunque cueste, porque eso es lo que debería hacer "la mejor afición del mundo". Y quizás, todos esos pitos, deban dirigirse lejos del verde, mirando hacia la empresa, hacia el palco, hacia los que ya "han asumido su culpa". Probablemente, como considera el colectivo sportinguista, este sea uno de los momentos cruciales para decirles que se vayan.