La francesa Marion Bartoli tiene el placer de ser una de las dos jugadoras clasificadas para disputar la deseada final de Wimbledon 2013. A pesar de ser una de esas tenistas a las que siempre hay que tener en cuenta cuando se acerca una gran cita, Bartoli ha arribado a la final de este sábado sin hacer mucho ruido, haciendo los deberes y cumpliendo en cada uno de sus compromisos con la suficiencia de no ceder un solo set en las cinco rondas que ha tenido que superar. Sabine Lisicki es su último obstáculo antes de tocar el cielo.

Bartoli buscará su mayor éxito tras perder en 2007 la final de Wimbledon ante Venus Williams Después del sinsabor que supuso quedarse a las puertas de la gloria en 2007, cuando perdió la final de Wimbledon ante Venus Williams, el destino le brinda una nueva oportunidad. A los siete títulos que ya posee, quiere sumar este sábado la guinda del pastel, el padre de todos los éxitos: un Gran Slam en la catedral mundial del tenis. Hasta el momento, los Premier de Stanford y Eastbourne son sus mejores recuerdos. Bartoli es la gran esperanza del tenis femenino francés, que desde la retirada de Amelie Mauresmo, vencedora en Wimbledon 2006, adolece de una figura de la raqueta que brinde alegrías al país.

Una luchadora con un entrenador inseparable

Marion Bartoli es una luchadora nata. Convierte cada partido de tenis en un auténtico campo de batalla, en una verdadera guerra psicológica. Cada uno de sus movimientos sobre la pista de tenis denotan el constante deseo de ganar que siente una ganadora como ella. Su padre, Walter Bartoli, ha sido desde siempre su mentor y su entrenador.

Bartoli es una tenista luchadora y con gran fortaleza mental Pero no solo eso, Walter es para Marion mucho más que un entrenador. Él la descubrió, él la protegió y la dirigió para llegar a la cima del tenis y, como si de una niña se tratara, la hija no se separa nunca de su padre, un médico apasionado del ajedrez que abandonó su trabajo para embarcarse en el sueño de conducir a su hija hacia el estrellato en el mundo del tenis. Del ajedrez aprendió Walter y, en consonancia, su pequeña Marion, a dominar muchas de las tácticas del deporte de la raqueta, que tiene tanto de psicológico como de técnico y físico. Para la jugadora gala, cada encuentro de tenis se asemeja a una partida de ajedrez, y como tal los afronta. Cada golpe cruzado es un movimiento de alfil, cada dejada, el avance de un peón, cada revés se asemeja a una torre que protege a su rey. Y cada victoria la saborea como si de un ‘jaque mate’ se tratase.

Bartoli viaja a cada torneo acompañada siempre de su padre. Aparte de médico, Walter es preparador físico y mental además de asesor de comunicación. Hablar de Marion es hablar de él.

Polémicas con la Federación Francesa

La dependencia de esta jugadora respecto de su progenitor le ha llevado a protagonizar alguna que otra dura polémica con la federación de su país. Bartoli ha condicionado su participación con la selección francesa de Copa Federación a una serie de pautas de difícil asimilación por un organismo que apoya decididamente al seleccionador, Nicolas Escudé. Marion exige la compañía y preparación de los partidos con su padre para participar con sus compatriotas en los torneos internacionales. Los tira y afloja entre el ‘Clan Bartoli’ y la Federación han terminado por separar a la finalista de Wimbledon de la selección gala, que pierde de este modo a su más ilustre guerrera.

Una chica excéntrica

A sus 28 años Bartoli destaca en el circuito por su personalidad tímida y un tanto excéntrica. Marion es una apasionada de los gatos, además de forofa del Olympique de Marsella. Nacida en Le Puy en Velay, es una chica distinta al resto de compañeras del circuito WTA.

Cualquier espectador que haya presenciado alguno de sus partidos no tendrá fácil olvidarla. La francesa es un auténtico ‘puro nervio’, una jugadora hiperactiva y extremadamente maniática que no para en ningún momento. En los intervalos entre puntos, Bartoli no para de saltar, de ensayar sus golpeos en el aire, de resoplar, de mover sus piernas y sus brazos y, en definitiva, de soltar los nervios que acumula. Su semblante no varía a lo largo de los juegos, su mirada refleja la enorme concentración y capacidad de abstracción que posee a la hora de afrontar un partido de tenis. Es una auténtica guerrera del tenis, sobrada de fe, de coraje, de garra, de pundonor y de perseverancia. Bartoli es diferente.

El estilo de Marion Bartoli

La tenista francesa destaca, ante todo, por una peculiaridad inusual y apenas visible en el mundo del tenis: su juego a dos manos, tanto de revés como de derecha. Este excéntrico estilo fue adoptado por la tenista por iniciativa de su padre, que ante la dificultad de Marion para llevar a cabo el drive a una mano, optó por una vía alternativa inspirado en el juego de Mónica Seles.

Marion es maniática sobre la pista. Su estilo a dos manos es inimitable El tenis de Bartoli es extraño, peculiar, especial. Difícil de definir. Los estilos y la manera de comprender el juego no son más que el reflejo en la cancha de la filosofía de vida y de la manera de ser de cada jugador. Y así se cumple con la francesa. Marion es agresiva, le gusta atacar desde la línea de fondo y dominar los puntos con sus golpes a dos manos, ya que no es muy amiga de las voleas. La gala no es una mujer de características físicas espectaculares y ello le hace sufrir cuando enfrente se encuentra con una rival fuerte. Su servicio es otra de sus peculiaridades. A sus rituales previos al ejercicio del saque, hay que sumar la fuerte dosis de muñeca que imprime a este golpe, en el que no destaca pero con el que trata de defenderse y resistir.

Capaz de lo mejor y de lo peor, Bartoli es irregular. Es una de esas tenistas siempre susceptibles de protagonizar campanadas, ya sea para bien o para mal. Ninguno de sus golpes destaca especialmente, pero todos ellos los lleva a cabo con eficacia. La psicología tiene en ella más peso que en otras. Es su mejor arma y con ella suple sus carencias físicas, de velocidad o de habilidad para desplazarse por la pista.

Claves del partido para Bartoli

La fortaleza mental: cuando Bartoli cree en la victoria, es difícil que esta se le escape. La francesa debe confiar en sus posibilidades, debe ser fuerte y no venirse abajo ante las circunstancias. Su perseverancia y continuidad deben imponerse sin salirse un solo momento del partido. A pesar de que Lisicki pueda dominar el marcador y el juego, Bartoli no debe olvidar que la oportunidad le llegará. La francesa es más débil que la alemana a nivel físico, pero más fuerte a nivel psicológico.

Agresividad: Lisicki es una tenista que necesita dominar los puntos porque ese es su juego. Si Bartoli consigue desarrollar un tenis agresivo que impida a su rival dominar los puntos, conseguirá que Lisicki se sienta incómoda y, de este modo, allanar el camino hacia la victoria.

Sacar a Lisicki de la pista: Bartoli debe prever las envestidas de su rival. La alemana posee un portentoso golpeo de derechas que le permite llenar su casillero de golpes ganadores. Para ello la francesa debe tratar jugar bolas largas, al fondo de pista, que mantengan a la teutona lejos de la línea de fondo, es decir, fuera de su terreno fértil para sacar sus latigazos.

Asegurar sus golpes: la rival de Bartoli en la final buscará ganadores para cerrar los puntos, lo cual significa que arriesgará para encontrar disparos fuertes que no encuentren respuesta por parte de Bartoli. Pero el tenis agresivo que busca ganadores también cosecha, inevitablemente, un número importante de errores no forzados, para lo cual Bartoli debe asegurar sus golpes, procurar fallar poco para, de este modo, forzar a su rival a arriesgar más y cometer más errores.

Buscar alternativas para sorprender: a su clásico juego de fondo, Bartoli debe buscar golpes alternativos, como dejadas, globos, cortadas a fondo de pista u otros recursos que permitan variar la inercia del juego que sin duda será de dominio de Lisicki. La alemana no es una tenista ágil y Bartoli puede sorprenderla y hacerle daño buscando jugadas que rompan con la inercia del partido que, si se asemeja al de 2011, será beneficiosa para Lisicki.

Lisicki domina el ‘cara a cara’

Ambas jugadoras se han visto la cara en cuatro ocasiones, con tres victorias para Sabine Lisicki por tan solo una para Marion Bartoli. La única que concluyó con victoria para la francesa fue, precisamente, en Wimbledon 2008. Sin embargo, Sabine Lisicki apenas contaba 18 primaveras y desde entonces hasta ahora ha crecido mucho y no se asemeja en nada a la de aquella ocasión.

Sabine Lisicki lidera el 'cara a cara' con Bartoli por 3-1 Desde entonces, los tres últimos enfrentamientos han caído del lado de la teutona. Dos de ellos sobre la tierra verde de Charleston y el último, y más susceptible de tomar como referencia, en los cuartos de final de Wimbledon 2011. En aquella ocasión Sabine Lisicki se movió por la pista como pez en el agua. Cómoda y suelta, la alemana dominó y controló el partido con bastante facilidad ante una Bartoli carente de alternativas y muy dubitativa. Su enorme valor y fortaleza mental le llevaron a alargar el encuentro al tercer set, tras adjudicarse la segunda manga al tie break, pero la lógica terminó imponiéndose y Lisicki cerró el partido con un cómodo 6-1. Marion Bartoli debe revisar aquel encuentro y tratar de que la final del sábado se le parezca lo menos posible. Debe corregir sus errores y tratar de incomodar a una Lisicki que sobre hierba se siente francamente cómoda. Bartoli debe ser el hueso duro e imposible de roer que no pudo ser en aquella ocasión.