No hay victoria sin dolor, no hay gloria sin sufrimiento, y no hay Grand Slam en que Tommy Robredo no se dé a la épica. Todo un gladiador de las pistas que parece disfrutar haciéndose el hara-kiri que supone jugar partidos a cinco sets. Cada año se va superando. Le da igual que sea ante Monfils, Almagro, Debakker o Jaziri. A Tommy le cuesta entrar en calor, y eso le aboca a proezas dignas de ser glosadas.

Malek Jaziri es el 104 del mundo, ostenta golpes muy notables y un físico algo descuidado, pero eso no ha sido óbice para que proporcionara a Robredo ese extraño placer del gerundés. Maratón de tenis, sufrimiento, drama. Robredo en estado puro.

Tan voluntarioso como errático, Robredo

Desde los compases iniciales se pudo comprobar que Robredo no iba a tener un día fácil. Lento de piernas, algo atascado de mente y negado en bolas de break. El español acabó el partido con la estadística de 5/30 en bolas de rotura, todo un récord negativo para el que comenzó a trabajar ya en la primera manga. Aprovechó dos de las once que dispuso, y pudo llevarse una primera manga en la que Jaziri no jugó nada mal.

Por mucho que se viniera venir no dejó de ser más doloroso. Robredo se paró aún más de piernas y se vio impotente para neutralizar a un Jaziri maestro a media pista. El tunecino ya avisó en Doha poniendo en dificultades a Verdasco, y confirmó su gran juego contra el gerundés. Poco a poco fue tomando la iniciativa el magrebí, haciendo gala de una gran alegría subiendo a la red amparado en golpes potentes.

El español salvó dos bolas de partidoSe impuso en los dos siguientes sets, y ya el público se relamía preveyendo la reacción de Robredo. Estuvo a punto de quedar en agua de borrajas la misma, y es que Jaziri sacó para ganar el partido. Ahí se activó el modo campeón de Tommy, que se activó y dio la vuelta al marcador. Tuvo opciones de romper el saque de Malek en el duodécimo juego, pero su estilo es otro; levantó dos bolas de partidos antes de conducir el encuentro al quinto y definitivo.

Se mascaba la tensión, con ambos jugadores exhaustos pero traviesos al resto. Robredo tuvo opciones en todos los juegos, y desperdició todas ellas. Jugó con miedo y Jaziri lo aprovechó para ir minando la moral del catalán. Cualquier otro habría desesperado, y hubiera acabado entregando su servicio, pero Tommy no lo hizo. No se le cayeron los anillos y luchó hasta el final. Tuvo recompensa; eso sí, salvando dos bolas de break en el último juego. Un jugador único que sigue su camino. Su próximo rival será Milos Raonic.