El pasado 12 de julio, Novak Djokovic se retiraba en los cuartos de final del torneo de Wimbledon por lesión en el codo derecho. Justo dos semanas después, el serbio anunciaba que ponía fin a la temporada para tratarse de dicha lesión. Esto fue la puntilla a la peor temporada del balcánico en más de una década. La pérdida de motivación que afloró en el juego del serbio durante los últimos meses de 2016 no hizo más que aumentar en un 2017 totalmente aciago para el otrora número uno del mundo. Sólo dos títulos en dos torneos menores como Doha (Qatar) y Eastbourne (Inglaterra) resumen el pobre bagaje de un jugador que actualmente no sabe qué camino seguir para volver a la cima. 

Triunfo engañoso en Doha y batacazos en grandes escenarios

El serbio repitió calendario con respecto al año anterior y revalidó su título en Doha tras vencer en la final al hombre que le había usurpado el trono a finales de 2016, Andy Murray. Pese a comenzar el nuevo año con victoria, no se puede decir que ambos mostraran su mejor versión en el desierto qatarí. El serbio venció por 6-4 5-7 y 6-4 pero lo que quedó es que los dos tenían que mejorar mucho de cara al primer Grand Slam de la temporada, el Open de Australia. En Melbourne todos estos presagios se cumplieron y Djokovic cayó eliminado en cinco sets ante el uzbeko Denis Istomin en la segunda ronda. Desde Wimbledon 2008 el de Belgrado no caía tan pronto en un Grand Slam. 

Desde 2006 Novak Djokovic no terminaba un año sin pisar unas semifinales de Grand Slam ​Lo sucedido en el Open de Australia se convirtió en una constante en los siguientes torneos de la temporada. El serbio se encontraba lejos de reaccionar y en sus dos siguientes eventos, Acapulco e Indian Wells, cedió ante el mismo jugador: Nick Kyrgios. El australiano dejó fuera al serbio en los cuartos de final del ATP 500 mexicano y días más tarde, en los octavos de final del primer Masters 1000 de la temporada.

Tras su derrota en California, surgió otro inconveniente. Debido a molestias en el codo derecho, Djokovic se bajaba del torneo de Miami perdiendo otros mil puntos en el ránking. El balcánico se mantenía a duras penas entre los 20 mejores del año y no se percibía ninguna sensación de que la situación pudiese cambiar a corto plazo. 

Mejoría insuficiente en tierra y una decisión poco sorprendente

Tras superar momentáneamente sus problemas físicos, Djokovic volvió a la competición en la eliminatoria de cuartos de final de la Copa Davis ante España. Con una victoria convincente ante Albert Ramos Viñolas, el serbio ayudó a su país a pasar de ronda por un claro 4-1

Como viene siendo habitual, Djokovic eligió el torneo de Montecarlo, ciudad en la que reside, para dar el pistoletazo de salida a la gira de tierra batida. Pero ni el hecho de jugar en un torneo que conoce tan bien ni el cambio de superficie surtieron efecto. El balcánico evidenció los mismos problemas que al comienzo de temporada y no parecía muy preocupado por ello. El belga David Goffin lo despidió en los cuartos de final en un choque que Djokovic dominaba por 4-2 en el tercer set. 

Después de Montecarlo, llegaba Madrid y un día antes de aterrizar en la capital de España, Djokovic anunció su decisión, consensuada según él por ambas partes, de romper con el que había sido su equipo técnico, encabezado por su compatriota Marian Vajda, durante los últimos diez años. Por tanto, el serbio se quedaba sólo con la ayuda del español Pepe Imaz. Muchos vieron sorprendente esta decisión pero la realidad es que la influencia de Imaz en el entorno de Novak Djokovic fue creciendo a pasos agigantados con el paso del tiempo. 

Primero fue Boris Becker a finales de 2016 y ahora era Marian Vajda, su mentor, su amigo. Probablemente, los dos máximos responsables de todos los éxitos del serbio a lo largo de su carrera. Los dos ya no volverían nunca a estar a su lado. Djokovic, por su parte, defendió su postura indicando que era un cambio adecuado y necesario. Lo cierto es que esto no varió un ápice la versión titubeante del serbio en sus siguientes compromisos, comenzando por su duelo ante el español Rafa Nadal en las semifinales del Mutua Madrid Open. El manacorí despachó al serbio por la vía rápida poniendo fin a una racha de siete derrotas consecutivas frente a este jugador. El 'estatus quo' había cambiado definitivamente. Ahora volvían a ser Nadal y Federer los que dominaban el circuito y Djokovic y Murray no tenían respuesta. 

Novak Djokovic durante las semifinales del Mutua Madrid Open frente a Rafa Nadal. Foto: vavel.com
Novak Djokovic durante las semifinales del Mutua Madrid Open frente a Rafa Nadal. Foto: vavel.com

El serbio tuvo su única oportunidad de cambiar el rumbo de la temporada en el Foro Itálico de Roma. Djokovic arrolló al austríaco Dominic Thiem, verdugo de Nadal, y se plantaba en su primera final de Masters 1000 del año. Por un momento, sólo por un pequeño instante, la posibilidad de asistir al renacimiento del serbio sobrevoló por la pista central de la capital italiana. Pero sólo fue un espejismo, puesto que, en la final ante el alemán Alexander Zverev volvimos a presenciar a un Novak Djokovic absolutamente perdido y sin energía. 

Ni siquiera la contratación como entrenador de todo un campeón de nueve Grand Slams como André Agassi pudo hacer levantar la cabeza al serbio, que en su partido de cuartos de final en Roland Garros ante Thiem tocó fondo. Tras perder el primer set por 7-6, Djokovic simplemente dejó de luchar, se rindió. Ya no quedaba ni rastro de la enorme competitividad que había mostrado el de Belgrado en los últimos años, que perdió por 6-3 y 6-0 los dos siguientes parciales. La imagen mostrada fue tal que el propio Djokovic ya insinuó que la idea de parar un tiempo estaba en su cabeza. 

Título en Eastbourne y despedida por la puerta de atrás

Pero el serbio quiso darse un último intento de redención y, contrariamente a lo que había hecho años anteriores, decidió cambiar su planificación de cara a Wimbledon, disputando el torneo de Eastbourne una semana antes de que diera comienzo el tercer 'grande' de la temporada. 

El balance de victorias y derrotas del serbio en 2017 es de 32-8La experiencia resultó más prolífica de lo que se suponía en un principio y el serbio levantó su segundo título de 2017 al vencer en la final al francés Gael Monfils. Así pues, Djokovic acudía a Wimbledon con energías renovadas pero también con la incertidumbre de no saber como iba a reaccionar cuando tuviese delante a rivales de mayor enjundia.

Todo fue bien durante la primera semana. El serbio se fue quitando rivales sin mucho sufrimiento ni desgaste. Como es tradición en el torneo británico, el lunes era el día de los octavos de final, tanto en el cuadro masculino como en el femenino. La organización decidió encuadrar el choque del serbio ante el francés Mannarino en el último turno de la pista 1, todavía sin techo retráctil. El retraso acumulado durante la jornada provocó la suspensión de dicho encuentro que se terminaría jugando al día siguiente en la pista central. Djokovic venció en tres sets, pero tuvo que pedir la asistencia médica por problemas, otra vez, en el codo. 

Sin tiempo para descansar, al serbio le esperaba el checo Tomas Berdych en los cuartos de final. Desde el principio se vio a un Djokovic incómodo, sin estar del todo metido en el partido y con la sensación de que ese codo seguía molestándole. El serbio cedió el primer set en el desempate y volvió a pedir la ayuda del fisio. El dolor parecía insoportable y el hecho de ir por debajo en el marcador tampoco ayudaba. El segundo parcial comenzó con Djokovic al servicio sólo duró unos minutos. Tras perder el saque y con 15-0 para Berdych en el siguiente juego, el balcánico dijo basta. Entre los murmullos de desolación del público, Djokovic comunicó a su rival y al juez árbitro que no podía más. Era el primer abandono del serbio en un Grand Slam desde las semifinales en este mismo torneo ante Rafa Nadal hace diez años

Novak Djokovic siendo atendido por el fisioterapeuta de Wimbledon. Foto: zimbio.com
Novak Djokovic siendo atendido por el fisioterapeuta de Wimbledon. Foto: zimbio.com

Dos semanas después y en una conferencia de prensa en su Belgrado natal, Djokovic comunicó que ya no jugaría más en lo que quedaba de año y que utilizaría estos seis meses para recuperarse de la lesión y mejorar ciertos aspectos de su juego. El peor final posible de un año absolutamente aciago para el serbio. Ahora queda la incertidumbre de si este parón, necesario o no, bastará para que el serbio vuelva a ver la luz y demuestre que ese tenista implacable que dominó este deporte con mano de hierro durante todo un lustro no se ha ido definitivamente.