El equipo paranaense está en un nivel exultante en los últimos seis partidos, de los cuales ganó 5 (River, Colón, Banfield, San Martín de San Juan y Defensa y Justicia) y perdió solo uno (contra Talleres de Córdoba), con lo cual el presente del equipo dirigido por Rubén Darío Forestello es más que fenomenal.
El equipo logró reponerse de un mal comienzo del torneo, consiguió mantener al DT, que se encontraba en la cuerda floja, volvió a hacerse fuerte en el Presbítero Bartolomé Grella, donde consiguió tres triunfos consecutivos y además tiene carácter a la hora de afrontar partidos ante rivales complicados.
Primero, logró que en defensa se ordene, algo que antes no podía y lo hizo perder en más de una ocasión. Consiguió la pareja de centrales perfecta con Walter Andrade y Renzo Vera. Después en el mediocampo, hizo aparecer al chileno Gonzalo Espinoza, quien en los últimos encuentros ha tenido actuaciones destacadas, Matías Garrido volvió a ser el guerrero en la cancha y en la delantera se nota más sacrificio a la hora de ir en busca de la pelota, sobre todo del Flaco Matías Quiroga.
Otro punto a favor fue que encontró una filosofía de juego, algo que era una incógnita en el transcurso de los primeros cotejos. Ahora el Rojinegro es quien generalmente maneja los hilos del partido, busca atacar por el centro y por los costados de la cancha, en defensa se planta y propone una defensa férrea y tiene en el arco un guardameta de garantía como Sebastián Bértoli.
El equipo promete dar pelea e ir en búsqueda de salvar la categoría y buscar posicionarse en los puestos de privilegio que lo pongan en puestos de clasificación a copas internacionales. Es un nuevo Patrón, uno renovado, con esperanza y hambre, un Patrón que quiere hacerse más grande cada día en Primera División.