Toda historia de cualquier equipo campeón arranca con una derrota. Los años previos a los anillos de Jordan con los Bulls fueron precedidos por las derrotas ante los Pistons de los Bad Boys. Los Lakers de Kobe perdieron contra los Celtics antes de ganar los anillos con Pau. Incluso los Spurs tuvieron que sufrir la dolorosísima derrota ante los Heat del triple de Ray Allen para regresar la siguiente temporada con uno de los mejores juegos en estático que se hayan visto. 

Así las cosas, los Houston Rockets de la temporada 1992/1993 cayeron en el séptimo partido de una durísima serie contra los Seattle Supersonics de Shawn Kemp tras un error en el triple de Kenny Smith. Todas las circunstancias que se vieron en aquella eliminatoria tuvieron su punto opuesto el año siguiente, en un claro ejemplo de aprendizaje y solución de errores. 

El verano de 1993, pues, tiene una importancia capital para esta historia. Rudy Tomjanovich, el entrenador de Houston Rockets, decidió realizar el training camp de ese verano en un instituto de Galveston, en el estado de Texas. Durante el periodo estival, el equipo de la ciudad de la NASA aprendió a ser aguerrido, temperamental pero consciente y, sobre todo, luchador. El equipo entonces estaba a punto de explotar. Un problema con el contrato de Olajuwon tuvo la culpa. Sin embargo, el nigeriano utilizó las primeras semanas del verano para viajar a la Meca, donde consiguió dominar sus demonios y se convenció de que su futuro estaba en la franquicia texana. Tras aquel momento de vacilación, los Rockets comenzaron la pretemporada con su jugador estrella. 

Tras el intenso entrenamiento veraniego los Rockets empezaron la temporada regular con la mejor racha de victorias vista hasta el momento en la historia de la NBA, catorce consecutivas. Llegó entonces un partido crucial contra New York Knicks en el Madison Square Garden. Eran los Knicks que se bajaban al barro, los Bad Boys 2.0 de Pat Riley. En un durísimo partido los Rockets se llevaron la victoria y prorrogaron su racha hasta las veintitrés victorias y una derrota contra Atlanta Hawks. Además de tener un gran ataque, cuando este no funcionaba, era un equipo extremadamente solidario en defensa, contando además con el MVP y el Mejor Defensor de la NBA, ambos concentrados en la figura de Hakeem Olajuwon. Con todos los puntos fuertes bien engrasados alcanzaba Houston los playoffs, con la vitola del mejor récord de la historia de la franquicia (58-24). 

Llegaron las eliminatorias por el título, y con ellas, el primer rival que se cruzaba en el camino de los pupilos de Tomjanovich, los Portland Trail-Blazers de Clyde Drexler. En aquellos años la primera ronda se resolvía al mejor de cinco encuentros, pero los Rockets no necesitaron más de cuatro para mandar a casa a los de Oregon, imponiéndose claramente Hakeem a todos los defensores que osaron ponerle una mano en la cara. 

Charles Barkley es considerado como uno de los mejores ala-pívots de la historia | Foto: NBA
Charles Barkley es considerado como uno de los mejores ala-pívots de la historia | Foto: NBA

Sin embargo, el enfrentamiento en cuestión se dio ante un equipo crucial para entender la leyenda de los Rockets campeones. Aparecía en escena el anterior subcampeón, los Phoenix Suns de Charles Barkley, que llegaba como MVP de la temporada regular anterior. Los dos primeros partidos de la serie quedaron marcados por dos remontadas de los Suns en casa de Houston. 

Más sangrante fue la segunda, ya que tras ir dieciocho puntos arriba (100-82) a falta del último parcial, los Rockets desconectaron completamente, en ataque y en defensa, y la fe de Barkley y el juego exterior de los Suns consiguió dejar en ocho puntos a los Rockets en el último cuarto, mandando así el partido a la prórroga, que durante los cinco minutos que duró vio cómo los Suns se apuntaban un 117-124 y el dos a cero en la eliminatoria. Las cosas no funcionaban. Tras hacer tres primeros cuartos muy buenos, las pérdidas y los errores en las canastas fáciles condenaron a los Rockets. Los Suns sonreían, la ventaja de campo era suya y tenían dos partidos para terminar con la eliminatoria. 

Fue en ese momento en que se empezó a edificar la leyenda. El tercer partido comenzó como se esperaba, con los Suns mordiendo en defensa y saliendo rápido a los contraataques para intentar cerrar la serie lo antes posible. Los tiros precipitados por la excelente defensa exterior de los Suns, con Majerle y Johnson como auténticos perros de presa, consiguieron una enorme ventaja al final del primer cuarto (15-29). Sin embargo, la primera jugada del segundo parcial ya hacía prever un cambio en la defensa de Houston, una de las más poderosas de la liga, cuando tras un dos contra uno agresivo sobre Kevin Johnson sacaba la contra para lograr una falta en defensa. Algo cambió. Sam Cassell gobernaba el juego desde el puesto de base en su temporada de novato, cuando Smith no estaba acertado. Y estaba cambiando el partido. Hasta que apareció como una exhalación el escolta Vernon Maxwell, para anotar más de la mitad de los tiros que realizó (34 puntos, 14/24 TC y 4/7 T3) dándole la vuelta al partido, y consiguiendo una victoria importantísima en la serie para Houston. El punto de inflexión marcado por Maxwell afectaría sobremanera a los Suns. Se reflejaba en las caras de los jugadores, de la grada y el banquillo. Tras aquella victoria, prosiguió el ascenso de los Rockets. 

A pesar de la extraordinaria serie de Kevin Johnson, que superó claramente a Kenny Smith durante los primeros tres encuentros, Barkley no consiguió matar a los Rockets, que mantuvieron su enorme defensa sobre el ala-pívot de la universidad de Auburn, que firmó una serie de tiro mediocre en el cuarto, coincidiendo con el despegue definitivo de Hakeem Olajuwon. El nigeriano lideró a su equipo en ataque, con sus movimientos típicos al poste, de fuera a dentro y, en defensa, consiguió parar el aluvión de los Suns para igualar la serie. Además, tanto Smith como Cassell empezaron a manejar el tempo del partido y consiguieron contrarrestar otro partido enorme de Johnson, dejando a Majerle en seis míseros puntos. El corazón de la eliminatoria había cambiado de equipo. 

Kevin Johnson completó una serie espectacular | Foto: NBA
Kevin Johnson completó una serie espectacular | Foto: NBA

Algo que se pronunció todavía más en el quinto encuentro, jugado tras recibir Hakeem Olajuwon el premio a Jugador Más Valioso de la temporada regular, momento en que ensalzó la figura de sus compañeros a la hora de ganar el premio, recibiendo junto a ellos el galardón. El partido fue, tras aquello, un monólogo de los Rockets. En una noche brillante en el juego coral, los Rockets dieron al fin la vuelta a la eliminatoria en Texas. Remontaban así una serie que se puso complicada en extremo, con una actuación en la que casi todo el quinteto logró diez o más puntos, demostrando así que eran un equipo, no una estrella rodeada de role players

A pesar del tremendo golpe, los Suns demostraron tener alma, no en vano habían logrado plantar cara a los Bulls en las Finales del año anterior. Ante la aparente imposibilidad de Barkley de dominar un partido ante los interiores de los Rockets, Kevin Johnson siguió demostrando que fue uno de los mejores bases de la primera parte de los años noventa, con un partido espectacular, sobre todo porque le dio tiempo a parar a Maxwell y Smith, mientras anotaba y repartía juego. Una maravilla de jugador. Aunque sin la estrella de los Suns a tope, eliminar a los Rockets se convertiría en un imposible. 

Se llegó así, al séptimo partido en Houston. Una batalla por el todo o por la nada. Y en las situaciones límite era donde mejor se movía el gigante africano. Una nueva exhibición de Olajuwon que necesitó de un visitante inesperado que terminó por rematar la serie. La media hora de juego que disputó Sam Cassell quedará para siempre en los anales de la historia del baloncesto. Debido al horrendo partido que estaba realizando Kenny Smith, Rudy Tomjanovich tiró del novato, que firmó unos números escandalosos (22 puntos, cuatro rebotes y siete asistencias con 8/12 en tiros de campo y 4/4 en tiros libres). Junto a la enésima demostración del poderío en los dos lados de la cancha de Hakeem, los Rockets se deshicieron de los Suns gracias a su fe, su defensa y su corazón, que dos rondas después de eliminar a los Suns, se convertiría en el de un campeón. 

En 1994, Olajuwon consiguió su primer anillo de campeón | Foto: NBA
En 1994, Olajuwon consiguió su primer anillo de campeón | Foto: NBA