El partido por el tercer puesto es un encuentro polémico, que muchos sugieren que debe ser eliminado, pero es un encuentro que permite ver un poco más de ese hermoso deporte que tantas sonrisas dibuja en los aficionados. Con el mundial en su suspiro final, este partido fue la última muestra de lo que las selecciones de Inglaterra y de Bélgica tenían por entregar en Rusia.

Así, ambas naciones salieron con un plan inicial muy similar a lo que habían venido haciendo en su camino hacia las semifinales. Aunque el plan era el mismo en principio, los intérpretes cambiaron y esto le dio un toque novedoso. Por parte de los dirigidos por Southgate hubo cinco cambios en la alineación inicial y, como era de esperar, en las características de los jugadores y del sistema. Martínez respondió con un solo cambio en el once y con la vuelta de Meunier tras la suspensión.

Un inicio por lo bajo

Southgate decidió darle minutos de juego a jugadores que no habían sido habituales en el torneo, por eso cambió varias piezas de un once que salía de memoria. En la defensa ingresó Jones por Walker en la central derecha e ingresó Rose por Young como carrilero izquierdo. El mediocampo cambió completamente, entraron Dier, Delph y Loftus-Cheek en detrimento de Henderson, Alli y Lingard.

Con estos cambios se pudo observar en Inglaterra ciertas variantes en el esquema tipo de Southgate que, por muy interesantes que fueron, le aportaron poco al juego de los ‘Tres Leones’. El esquema, por momentos, se transformaba en un sistema con un mediocampo conformado por un doble pivote entre Delph y Dier. Dos mediocentros que se paraban por detrás de Loftus-Cheek y Sterling, uno por derecha y el otro por izquierda, buscando asistir al único punta, Kane.

Meunier, el lateral del PSG fue una pesadilla para los ingleses | Foto: FIFA.com
Meunier, el lateral del PSG fue una pesadilla para los ingleses | Foto: FIFA.com

Para desgracia inglesa, el juego ante Bélgica empezó totalmente contrario a cómo empezó contra Croacia. Los ingleses perdían 1-0 en el minuto 4 con una pequeña muestra de lo que iba a ocurrir a lo largo de todo el partido, en especial del primer tiempo. Los belgas realizaron una de sus conocidas contras y lograron batir a Pickford con un centro de Chadli y la definición de Meunier, la conexión de los carrileros.

El mediocampo de Inglaterra se vio sobrepasado por el juego belga. La pareja de Dier y Delph no estaba dando resultados, el espacio entre ellos y los tres centrales era un espacio vacío en el que no se sabía cuál de ellos tenía que marcar. Hazard y De Bruyne se aprovechaban de esto y hacían estragos en el contragolpe. Además, Rose se veía constantemente rebasado por las carreras de Meunier, quien era uno de los peligros más latentes de Bélgica.

De esta manera, Bélgica le entregó la iniciativa a los ingleses, pero a estos les costaba muchísimo manejar el balón con profundidad y peligro. Por las características de su medio campo las ideas se nublaban en tres cuartos de cancha. Loftus-Cheek tuvo momentos de lucidez en la banda derecha, aunque la presencia de los delanteros y de los supuestos llegadores era tan pobre que todo quedó en buenas intenciones.

Loftus-Cheek fue el más incisivo y constante de Inglaterra | Foto: FIFA.com
Loftus-Cheek fue el más incisivo y constante de Inglaterra | Foto: FIFA.com

Con un mediocampo que no marcaba, excesivamente laxo y que tampoco conseguía crear, pues no son especialmente creativos, Southgate vio la necesidad de cambiar de piezas y de disposición. Las variantes sobre la marcha le dieron a Inglaterra un segundo aire que les ayudo a manejar mejor el partido en parte del segundo tiempo por venir.

Juego distinto, mismo resultado

Para salir a la segunda mitad, el entrenador ingles decidió hacer dos variantes. Entró Lingard por el carrilero Rose, algo que obligó a que Delph se moviera al carril izquierdo. Además, ingresó Rashford por un desaparecido Sterling. Estos cambios le dieron a Inglaterra un aire más que necesario para, por lo menos, luchar el partido e inquietar a Courtois.

Eric Dier mejoró, pero dejó mucho por desear | Foto: FIFA.com
Eric Dier mejoró, pero dejó mucho por desear | Foto: FIFA.com

La movilidad de Lingard le dio un socio extra a Loftus-Cheek, por lo cual el juego de Inglaterra creció mucho sobre la banda derecha. Entre estos dos y Trippier consiguieron enviar buenos centros para buscar a Kane, que volvió a estar apagado como en los últimos partidos. De igual manera, desde esa banda llegaron jugadas individuales que lograron penetrar a la defensa belga, más no se terminaron de buena manera.

Paralelo a los cambios de características, los jugadores ingleses salieron con la instrucción de presionar la salida belga y hacerlo con mayor intensidad en campo rival, algo que incomodo al equipo de Martínez y les hizo perder un poco la calma de cara a correr hacia Pickford.

Bélgica seguía teniendo el mismo plan y la misma profundidad para ir al contraataque, aunque un poco menos de precisión en los comienzos de la segunda mitad. La caída de Delph a la banda les dio más solidez a los ingleses a la hora de defender las descolgadas de Meunier. El rendimiento de Dier subió bastantes puntos y, con esto, los ingleses conseguían recuperar más arriba, exponer menos a sus centrales y acercarse al arco belga. Tanto así, que el mismo jugador del Tottenham tuvo dos o tres remates inquietantes, algo impensado en el primer tiempo.

Eden Hazard puso el último gol y selló su impecable presentación en Rusia | Foto: FIFA.com
Eden Hazard puso el último gol y selló su impecable presentación en Rusia | Foto: FIFA.com

Finalmente, a pesar de los cambios, Inglaterra fue incapaz de anotar un gol en jugada abierta, algo que ya le costaba, y tampoco fue capaz de hacerlo con el juego aéreo. En cambio, los belgas aprovecharon el talento individual y colectivo de sus jugadores para crear contragolpes maravillosos y, en uno de ellos, anotar el segundo a través de la pierna derecha de Hazard.