La Unión Deportiva ha dado el pistoletazo de salida en este año rezumando canarismo por sus poros. El proyecto amarillo sigue unos dictados concretos en su propuesta de desarrollo en el panorama futbolístico español: crecer a partir de productos autóctonos. Para Las Palmas, desde que el empeño era conseguir el ascenso a Primera División, la máxima ha sido ampararse en los jugadores de la propia tierra, donde la cantera tuviera protagonismo absoluto. 

Desde la llegada de Quique Setién, el equipo ha dado un salto fundamental en cuanto a evolución propia. El estilo de juego y la filosofía propuesta por el técnico cántabro han devuelto la magia a Gran Canaria. Sin embargo, desde que Nili, canterano amarillo que acabó poniendo rumbo a Barcelona, debutara y dejara sus primeros destellos en la isla, ningún filial ha tenido oportunidades en firme. 

Las últimas semanas habían dejado un progresivo descenso en el número de futbolistas canarios que Setién ingresaba en su once tipo. Las llegadas de Macedo y Boateng, junto al papel indiscutible del mallorquín Pedro Bigas en el centro de la zaga, han apartado a jugadores como David Simón, Momo o Aythami Artiles. Así, los amarillos cerraron la competición doméstica en diciembre con tres titulares canarios en el Calderón: Viera, Roque y Vicente Gómez.

La lesión de Dani Castellano, que no jugó a orillas del Manzanares en favor de Hélder Lopes, y la decisión técnica de introducir un trivote donde Montoro entrara en el once en detrimento de Tana hicieron decrecer, aún más, el número de futbolistas nacidos en las islas que estarían llamados a enarbolar la bandera de ese canarismo añorado en la sociedad insular. Si se desprende un aroma canario, el delirio del aficionado es mayor. 

Diez canarios ante el Atlético de Madrid

Quique Setién había planeado una revolución parcial en el once que saliera a disputar el encuentro de ida de los octavos de Copa. Las bajas de hasta siete futbolistas, por lesiones, permisos y virus estomacales, había mermado la plantilla de cara al primer duelo de la eliminatoria copera. Así, el cuerpo técnico tuvo que recurrir a varios suplentes que, junto a los titulares, conformaron un once titular plagada de jugadores canarios. 

En total fueron nueve efectivos los nacidos en Gran Canaria, es decir, todos menos Nabil El Zhar, de nacionalidad franco-marroquí, y Hernán Santana, nacido en Breña Baja (La Palma). Este último, no obstante, se crió en Zárate, un barrio perteneciente a Las Palmas de Gran Canaria. Así, un 81% del once que recibió a un coloso europeo como el Atlético de Madrid estaba formado por jugadores de las islas.  

A Hernán le acompañaron varios paisanos desde la línea de meta: la portería estuvo custodiada por Raúl Lizoaín; la zaga estuvo compuesta por David Simón, Aythami Artiles, David García y Dani Castellano; en el mediocentro se situaron Roque Mesa y Vicente Gómez, acompañados del propio Hernán; y a partir de tres cuartos de campo se posicionaron Jonathan Viera y Asdrúbal, escoltados por El Zhar.

El camino que tome la Unión Deportiva en una etapa de hipotética consolidación en Primera tendrá que distinguirse, por idiosincrasia, a través de una estructura cimentada en la humildad que otorga la proximidad en términos de procedencia geográfica. Aficionados y jugadores parecen entablar una simbiosis de confinidad donde una y otra parte se comprenden. Porque entre canarios el fútbol sabe mejor.