Los aficionados del Almería cada vez se encuentran más desesperados de observar cómo su equipo se hunde y no pueden hacer más que, o ir al campo a apoyar o quedarse en casa para mostrar su descontento. Ambas posturas parecen no surtir efecto y el barco de los rojiblancos cada vez tiene el rumbo más perdido. Con el miedo del descenso acechando y con los simpatizantes del club almeriense suspirando por la salvación, ¿sería conveniente dejar el club en otras manos que llevaran a los andaluces a donde se merecen? Dos posturas se diferencian claramente entre la afición.

Almería necesita a Alfonso García; y Alfonso García necesita a Almería (Antonio García Jodar)

Ya no se recuerda lo que era el Almería en tiempos remotos antes de que llegara Alfonso García. Se resume en pocas palabras: equipo pequeño y sin rumbo.

Es cierto que en los últimos años no se están haciendo las cosas como deberían. El club ha entrado en una dinámica “negativa”, pero tampoco es justo “quitarle lo bailado” al presidente.

Los más viejos del lugar recuerdan perfectamente en qué posición se encontraba el club. Era un equipo que vagaba por la Segunda División B y de vez en cuando se ascendía a Segunda División. Eso era lo máximo a lo que se aspiraba en Almería. Se recuerdan presentaciones de jugadores “en muletas”; se recuerdan impagos y problemas económicos, etc. Fue la única persona que se atrevió a invertir en el club y la ciudad cuando nadie la quería. Se atrevió a coger a un equipo moribundo y sacarlo hacia adelante. Sin él, el equipo no hubiera llegado a ningún sitio. Con su llegada se consiguió tener un poco de tranquilidad. Por lo menos se ha conseguido algo con Alfonso García.

Con su llegada se abrió un futuro esperanzador. Algo que nunca se podría imaginar ni el más optimista del lugar. Empezaron a llegar jugadores al club que jamás se imaginaban que pudieran recalar en el Almería. El club empezó a tener una base sólida y recuperar masa social. Se ha conseguido ascender a Primera División cuando años atrás era impensable. Seis años en la élite del fútbol español y codearse con los grandes equipos. Algo impensable años atrás.

Alfonso García durante una rueda de prensa | Fotografía: UD Almería
Alfonso García durante una rueda de prensa | Fotografía: UD Almería

No es justo que por unos “años malos” se tire por tierra el trabajo de casi cuatro lustros. Se ha recuperado la ilusión por el equipo. Ha imperado el sentimiento que se había perdido anteriormente con tantas desapariciones. Se ha conseguido reestablecer la normalidad en un club que ha crecido a pasos agigantados… y eso tiene solamente un nombre: Alfonso García Gabarrón.

El Almería tiene uno de los abonos más baratos de Segunda División. El aficionado demandó esto y el club accedió a satisfacerlo. Es el único presidente que ha retirado los “días del club”. Siempre ha querido beneficiar al fiel seguidor y ha conseguido crear un sentimiento almeriensista. No es justo que se le quiera machacar de cualquier manera.

Se habla de una posible venta del club a distintos empresarios, pero, ¿Es realmente lo que se quiere en Almería? Es mucho lo que se ha ganado con el actual presidente y por suerte se ha perdido poco hasta el momento. No cabe duda de que las cosas se pueden hacer mejor, pero un cambio en la dirección puede no ser tan bueno. Solamente hay que mirar a otros equipos que han cambiado de dueño; Lorca, Málaga, Granada…, el cambio no ha sido del todo positivo.

El club tiene que ir a mejor con el presidente Alfonso García. Él sabe los fallos que se han cometido y seguramente revertirá la situación. Es el tercer año en el alambre y esto no se puede volver a repetir. Como dice el refranero español: “más vale malo por conocido, que bueno por conocer”.

El Almería necesita un cambio (David Roth)

Quince años han pasado ya desde que Alfonso García Gabarrón se hiciera con los mandos de la Unión Deportiva Almería desde las manos de su predecesor y anterior presidente, Guillermo Blanes. Está claro que desde que llegara el de Águilas, la dinámica fue ascendente y se lograron objetivos inimaginables teniendo en cuenta la situación que afrontaba el club antes de su llegada. Un equipo recién ascendido de Segunda B que luchaba temporada tras temporada en la zona baja de la tabla.

La compra de Alfonso cambió la trayectoria de la UDA para siempre. El ascenso a Primera División, la octava plaza en el primer año en la élite, en el que se practicó un fútbol vistoso y sorprendente para un recién ascendido de la mano de Unai Emery, la creación de una masa social, de la cual se había carecido durante muchos años por la ausencia de un club lo suficientemente competitivo… hay muchos motivos por los que estar agradecidos los rojiblancos al actual presidente del Almería. Sin embargo, ­no se puede vivir del pasado eternamente y el futuro de la UDA podría estar seriamente en peligro si no se empieza a trabajar para cambiar las cosas.

Desde que el Almería bajase a la categoría de plata por segunda vez con el murciano se ha seguido una línea un tanto peligrosa. Salvo en la primera -y catastrófica- temporada, la directiva no ha invertido en un proyecto ilusionante que permita al conjunto indálico competir por los objetivos a los que aspira su afición. Una afición que se ha visto mermada por las constantes promesas incumplidas y que ya apenas llena las gradas del Juegos Mediterráneos, salvo en los partidos clave de la temporada, en los que tiran del equipo para lograr la permanencia una temporada sí y otra también.

García Gabarrón durante una rueda de prensa | Fotografía: David García
García Gabarrón durante una rueda de prensa | Fotografía: David García

Esta falta de ambición podría incluso acabar con un descenso “inesperado” esta temporada si todo saliera mal en los dos partidos que restan. Está claro que lo primero es lo primero: prima lograr la permanencia en la Liga de Fútbol Profesional, como bien dijo el propio Alfonso, y ya después, si él era el problema, se marcharía.

Un gran sector de los aficionados almerienses opina que el problema radica en García Gabarrón, que su amiguismo con Soriano les condenó la temporada pasada, que su amiguismo con Corona les está condenando actualmente; se duda de la profesionalidad de su familia, que actualmente ocupa altos cargos en la entidad y, sobre todo, se duda de su compromiso. El empresario parece conformarse con la situación que atraviesa el club, al límite del abismo y salvando los papeles en la última jornada.

Alfonso debe comprender que eso no es lo que desea el verdadero propietario del club, el que de verdad lo siente, el que asiste semana tras semana a este esperpéntico espectáculo. El Almería necesita un nuevo propietario que tenga aspiraciones más ambiciosas para competir en una Segunda División que cada vez está más complicada. Con el ritmo actual es cuestión de tiempo que se pierda la categoría, si es que el descalabro no se produce las próximas dos semanas.