Tras la derrota del Sporting frente al Valladolid en El Molinón, la cual supone el final de temporada para el equipo asturiano, Rubén Baraja se enfrentaba a una rueda de prensa difícil.

Cabe destacar que a lo largo de la comparecencia antes los medios, el vallisoletano aseguró que "no es el momento para hablar de mi futuro". No obstante, en repetidas ocasiones quiso dejar claro que su continuidad en Gijón estará garantizada "siempre que la directiva y la afición estén de acuerdo con ello". Es por esto por lo que parece que Rubén Baraja será el entrenador rojiblanco para la temporada 2018/19.

Centrándose ya en lo deportivo, y más concretamente en la eliminatoria frente al Valladolid, Baraja considera que "el equipo no estuvo contundente en las áreas, en ninguno de los dos partidos". Se mostró satisfecho con la forma en que sus jugadores afrontaron el choque desde un primero momento, "con intensidad, aunque con falta de fortuna para hacer el primer tanto". Aseguró que "el segundo gol fue un jarro de agua fría para el equipo", tras el cual ya todo parecía perdido.

En cuanto a su visión global de la temporada, considera que se trata de "algo similar a una montaña rusa". "Cuando llegamos la situación era especialmente complicada, pero pudimos invertir la situación e incluso llegar a estar muy cerca del ascenso directo". Es consciente de que todo ello vale muy poco en estos difíciles momentos, para una afición "con una gran actitud, a la que nada se le puede reprochar". Aseguró que uno de los aspectos más duros de no conseguir el objetivo es "no poder homenajear a una afición que siempre ha estado con nosotros".

De cara a la próxima temporada, considera necesario "más humildad, más autoexigencia, y evitar a toda costa cualquier tipo de prisas y ansiedad".