Mientras Brasil se vestía de campeón sobre el Rose Bowl tras vencer a Italia en los penaltis y alzaba al cielo de Los Ángeles su cuarta Copa del Mundo en 1994, un niño de convicciones tan claras como certeras decidía alejarse del sueño común de cualquier crío. Lejos de perseguir la gloria emulando los pasos de Bebeto, Romario o el gran Ronaldo que centralizaban las portadas de una selección gloriosa, Neto Murara apenas apartaba la mirada sobre la silueta de un héroe silencioso como lo fue Claudio Taffarel, el futbolista que engrandeció la figura del portero en un país que mitificaba a los delanteros.

Con sólo cinco años y dos días, el mejor regalo de cumpleaños para Neto llegaba con aquel trofeo dorado que volvía a exaltar a todo Brasil. Taffarel, que logró encauzar la gloria de la ‘canarinha’ con el lanzamiento de penalti detenido a Daniele Massaro, almacenó toda la atención de aquél niño llamado a convertirse en centinela del balón.

La perseverancia como único fin

Mecido bajo los guantes de su padre Betão, el talento le llegó de cuna. Acostumbrado a lidiar con la desconfianza ajena, Neto no tardó en batallar con las dudas que brotaban sobre su estatura. La baja talla, 1,65 cm, condicionaba los inicios del joven de Araxá, que acabaría a base de paciencia y tesón en las filas del Atlético Paranaense, el club que esperó a que ampliara su estatura hasta el 1,91 y dónde permaneció desde los 13 años. Allí, bajo el cobijo de los ‘rubro-negros’, el brasileño comenzaba a urdir los hilos de un trayecto que acabaría por conducirle hasta en Europa de la mano de la ACF Fiorentina en enero de 2011.

Neto este curso ante el Elche en el Camp Nou. Foto: Noelia Déniz, VAVEL

Tras ocho años en el Atlético Paranaense, Neto llegaba a la ACF Fiorentina en el mercado invernal de 2011 a cambio de 3,5 millones

Suplente de Emiliano Viviano durante un año y medio en el cuadro viola, la marcha del guardameta la temporada 2013/2014 concedía a Neto la oportunidad de recoger el testigo del cancerbero italiano y asentarse en la garita de la ACF Fiorentina. Y así lo hizo. Durante casi un lustro sus actuaciones destacadas estuvieron a punto de llevarle a batir el récord de imbatibilidad de la escuadra italiana, en posesión de Enrico Albertosi desde los años 70. Es entonces cuando la Juventus de Turín posaba la mirada en el brasileño como el recambio idóneo de Gianluigi Buffon en la garita blanquinegra.

La llegada de Neto en 2015 a la ‘Vecchia Signora’ se convertía en un auténtico manual de fe para el arquero de Araxá. A cuestas con la Biblia, siempre en la maleta desde sus inicios en Brasil, Neto tuvo que conformarse con convivir bajo la sombra de una leyenda viva como Buffon. Sumando sus primeros títulos como profesional relegado a un segundo plano pero aprendiendo de un maestro de técnica incuestionable bajo los tres palos, la vida le concedía una nueva oportunidad con la llamada de Marcelino.

Tras dos cursos en la Juventus, Neto ponía rumbo al Valencia CF en 2017

Arriesgar y volver a ganar

Dicen que quién no arriesga piensa siempre en lo que puede perder y nunca en lo que puede ganar. Lejos de acostumbrarse al sabor del éxito ajeno en el ostracismo de un mito como Buffon, Neto aterrizaba a orillas del río Turia abandonando el equipo turinese con apenas 22 partidos disputados y 15 goles en su contra. Valencia, la ciudad de las flores y la luz, abría de par en par sus brazos para recibir a un centinela que volvería a abrazar de nuevo la titularidad haciendo olvidar a todo un portero como Diego Alves. La transición, que parecía compleja en Mestalla, acabó dando la razón a Marcelino. En sus dos temporadas con el cuadro ‘ché’ fue capaz de rondar la mejor media de paradas del país, mérito suficiente para captar la atención del FC Barcelona en un intercambio a priori incierto con Jasper Cillessen a la cabeza.

Neto en el Johan Cruyff ante el Girona. Foto: Noelia Déniz, VAVEL

El cambio de cromos con el holandés en verano de 2019 convertía a Neto en el portero más caro de la historia del club azulgrana tras estipular su incorporación en 26 millones de euros más 9 variables, superando así a Ter Stegen y Claudio Bravo, ambos por 12 millones, y el propio Jasper Cillessen, con 13.

La lesión de Ter Stegen permitía al brasileño iniciar el presente curso como titular

Llamado a convertirse en el escolta de Ter Stegen, Neto disputaba apenas cinco encuentros desde su presentación el curso pasado. Acostumbrado a proteger las espaldas de porteros difícilmente superables, la lesión en el tendón rotuliano de la rodilla derecha del alemán el pasado 18 de agosto le facilitaba el camino a la primera línea de batalla en el Camp Nou. Con el de Mönchengladbach fuera del escenario, el papel protagonista recaía de nuevo en su figura. La ausencia del internacional germano ha permitido que el brasileño cubra la portería del Barça en seis encuentros hasta la fecha (cinco de Liga y uno de Champions) encajando un total de seis tantos (tres de ellos desde el punto de penalti). Más allá de los números, las actuaciones memorables de Neto y la solvencia descorchada bajo los tres palos han propiciado que la parroquia azulgrana no extrañe la figura de un portero de talla mundial como el alemán.

Neto en su primera campaña con el Barça. Foto: Noelia Déniz, VAVEL

Ahora, y tras debutar en la UEFA Champions League como azulgrana frente al Internazionale Milano el curso pasado y jugar su segundo encuentro europeo contra el Ferencváros TC, el portón del Juventus Stadium se descubre este miércoles para recibir de nuevo a Neto Murara. El arquero, que regresa al feudo que acunó sus sueños durante dos temporadas, intentará conseguir su primera victoria ante los blanquinegros. Sin éxito en su visita con el Valencia CF en la fase de grupos la temporada 2018/2019 con derrota por la mínima en el Juventus Stadium (1-0) y consumando la catástrofe en Valencia con ‘doblete’ desde el punto de penalti de Miralem Pjanic (0-2), Neto intentará doblegar por vez primera a la Juventus desde que saliera de sus filas.

A sus 31 años Neto Murara camina en su duodécima temporada como profesional con más de 250 partidos sostenidos en sus manoplas. El niño que siempre quiso ser portero y lo fue. El mismo que se enfundaba los guantes de su padre esperando el momento de vestir los suyos. Neto Murara, el portero modero de los nuevos tiempos. Ese loco bajito que acabó escribiendo historias extraordinarias y transformando suplencias al ocaso en grandes retos llenos de hazañas.