Ocho partidos o, lo que es lo mismo, más de cuatro meses. Este es el tiempo que lleva el Sporting sin lograr una victoria lejos de El Molinón, un dato muy preocupante al tener en cuenta que se trata de un equipo que a principios de temporada era uno de los claros favoritos para ascender a Primera División. No obstante, por un lado están las expectativas y las ilusiones y, por otro lado, está la cruda realidad.
El empate cosechado el pasado sábado en el Artés Carrasco frente al Lorca, un equipo que está a quince puntos de salir de los puestos de descenso, ha dejado mucha huella en el seno de la parroquia rojiblanca. El equipo parece haber tocado fondo en un encuentro en el que se ha mostrado sin ideas, falto de juego y con dos únicos disparos a puerta durante los noventa minutos. Desde luego, unas cifras muy pobres para un conjunto que aspira a jugar en la máxima categoría del fútbol español.
Lo que resulta inexplicable es cómo el Sporting lleva cinco victorias consecutivas en El Molinón y logra sacar adelante los partidos sin pasar muchos apuros, y los mismos jugadores cuando juegan a domicilio parece que se les haya olvidado jugar al fútbol. ¿Será un problema psicológico? En cualquier caso, no cabe otra explicación, ya que los partidos duran igualmente noventa minutos, el terreno de juego tiene dos porterías y un balón, y en el campo juegan once jugadores, al igual que en El Molinón.
Por si fuera poco, en el Artés Carrasco el Sporting ha agrandado el gafe de los penaltis. El conjunto rojiblanco ha fallado cinco de los siete penaltis que les han pitado a su favor, un dato preocupante a la vez que surrealista.
Al término de la jornada 27 de la Segunda División, el Sporting da un paso atrás en su objetivo de colarse en los puestos de play-off, ya que las victorias del Valladolid, Numancia, Granada y Rayo Vallecano dejan al equipo de Baraja a cuatro puntos de la promoción, un punto más lejos que al comienzo de la jornada.