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Sergio Martínez, la historia del incansable héroe del pueblo argentino

Desde su debut frente a Vivas hasta su último combate frente a Kidd, la historia de uno de los más grandes de una generación ha marcado a todo el país argentino y ha devuelto el color a la boxística de la nación 

Sergio Martínez, la historia del incansable héroe del pueblo argentino
Fotografía de: Getty Imágenes
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Por Luis Rodriguez Lozano

Sergio ‘Maravilla’ Martínez es uno de los boxeadores más laureados e icónicos de la historia de Argentina. Un púgil que comenzó en el noble arte de manera tardía, pero con la mochila llena de sueños e ilusión: con 20 años fue que se enfundó por primera vez el cuero y la crin de unos guantes de boxeo que marcarían su vida. De Quilmes, Buenos Aires, el mediano de tres hermanos lograría cinco campeonatos mundiales de boxeo en los pesos superwélter y medio, entre otras distinciones. A día de hoy y con 47 años, el argentino sigue en activo y con el sueño reluciente e intacto de volver a conseguir el oro mundial y convertirse así en el boxeador más longevo en coronarse campeón mundial, sobrepasando a la leyenda Bernard Hopkins. Conoces su carrera, y hoy conocerás su historia de superación.

Una infancia difícil plagada de infinitas necesidades

Sergio Martínez nació en la ciudad de Sarandí, en el seno de una modesta familia donde compartiría su vida con dos hermanos, Hugo y Sebastián Martínez, siendo él el mediano. Sus padres, Susana Griselda y Hugo Alberto Martínez, serían el sostén de una familia acusada por la difícil situación del país y la pobreza generalizada que arrasaba con Argentina. Su progenitor, que acudía a todo trabajo que se le ofrecía, junto a Susana, criaron a sus tres hijos en unas condiciones que el propio Maravilla tildó como curtidoras en la vida, con todo lo que ello conlleva: "Era habitual para mí no cenar y ver a mi vieja hacer magia con una latita de no sé qué cosa. Con algo alimentaba a los cinco. Era la lucha que teníamos y el aprendizaje que teníamos que tener", mencionó Maravilla en una entrevista para ‘Podemos Hablar’.

Ser un niño en aquella Argentina no era fácil, y Sergio Martínez llegó a sufrir en su piel lo que a día de hoy, y a lo largo de la historia, millones de niños sufren en su infancia y parte de la adolescencia, el bullying, siempre acompañado de unas condiciones en las que la pobreza seguía latente: “Sufrí bullying toda mi infancia, hasta pasada mi adolescencia. Era de los que corrían rápido, nunca fui muy valiente hasta que llega un momento en el que se notan tanto las carencias que los cachetazos que me comían en la calle eran lo de menos… Dejé de estudiar a los 14 en la secundaria y me dediqué a trabajar para traer comida a casa, y ahí ya comienza la lucha", contó en una transmisión en directo vía Instagram con Facundo Manes.

Sin embargo, el argentino no reniega de su pasado, y se muestra encantado y feliz de haber nacido en el lugar en el que lo hizo y recorrer el camino que lo llevó al gran éxito: “Fue fantástico haber nacido donde nací. Haber transitado el camino que tenía que recorrer para salir de donde yo estaba. Lo que quería era salir de ahí, sacar a mi familia de ahí, y con los años lo pude lograr. El haber salido de donde salí, de la parte más baja de los estratos socioculturales, rozando la marginalidad, es bonito”, declaró Maravilla para Olé.

1997, año de su debut como profesional

Con una fantástica carrera amateur y tras conseguir formar parte del equipo nacional argentino, que estaba dirigido por el técnico cubano Sarverio Fuentes, fue en el 97 cuando Sergio Martínez haría su debut en el campo profesional del pugilismo. Su rival sería Cristian Vivas, y lograría Martínez la victoria en el segundo round por la vía de la descalificación. Ese chico de Quilmes tenía muy claro que soñar se le estaba permitido, aun haciendo su debut como profesional con 22 años, una edad demasiado tardía para un púgil. Y como soñar le estaba permitido, fueron 16 combates los que se mantuvo invicto, hasta topar con Antonio Margarito, quien le propició su primera derrota como profesional.

Su primer campeonato mundial, una odisea casi utópica

Fotografía de: Izquierdazo.com
Fotografía de: Izquierdazo.com

El cuero de la IBO conseguido en junio de 2003 supone el primer cuero mundialista de Sergio ‘Maravilla’ Martínez y, precisamente, el más importante, para él, de todos los que ha tenido la suerte de ostentar. Lo especial que supone una primera vez reside en el logro, pero lo hace aún más heroico las condiciones en las que Martínez se lo llevó a casa. Residía en España, tras abandonar su tierra natal en 2001 en busca de sueños, y en muchas ocasiones tuvo que pedir ayuda de bancos de alimentos para salir adelante. Además, era un hombre ‘multitrabajo’, que ejercía como instructor de boxeo y guardia de seguridad en un bar simultáneamente.

“Hay un título que, para mí, es el más importante de todos los que pude haber ganado. Y es un título que no está tan reconocido, el de la IBO”, declaró Martínez para Super Deportivo. “Yo lo gané en 2003, y 15 días antes no te podría qué era lo que estaría haciendo. Yo estaba haciendo fila en Cáritas para pedir una bolsita con comida. El 12 de junio me llamaron para el combate, el día 4 de junio me habían cortado la luz, el 5 de mayo me habían cortado el agua. Estaba jodido”.

La revancha frente a Paul Williams, KO del año 2010

Paul Williams es un púgil a quien en la esquina de Martínez ya conocían bien: su primer enfrentamiento se dio el 5 de diciembre de 2009, del que salió derrotado el argentino. Luego de la pelea frente a Pavlik a principios del año 2010, les tocaría verse de nuevo las caras. “Lo estudié desde el 5 de diciembre de 2009, que combatí con Williams y perdí, hasta el día de la revancha, incansablemente”, mencionaría Martínez al respecto para Infobae.

La durísima mano que conectó, producto del incesante estudio sobre Williams, hizo que el boxeador americano cayera sobre la lona del ring como un tronco recién talado, con una mano la de Martínez que cayó sobre su mandíbula como un trueno impacta en día de tormenta, y con la pesadez de un yunque: “Sabía que mi mano, saliera de dónde saliese, iba a impactar en la derecha de su mandíbula. Cuando comencé a sacar el golpe, lo conectaba. Entre el primer y segundo round, antes de noquearlo, tiré seis golpes así, iguales. Muy duros y muy potentes, pero la mano que te mata, es la que no ves”, mencionó Maravilla.

El nocaut fue sexto en la revista The Ring y en la Asociación de Escritores de Boxeo, hecho que le permitió llegar hasta el distintivo premio Sugar Ray Robinson y ser nombrado como Boxeador del Año 2010 por la WBC y la ya mencionada revista The Ring. También sería galardonado con el distintivo de mejor púgil anual por el Consejo Mundial de Boxeo en el año 2012.

La guerra contra Julio César Chávez Jr, un clásico entre clásicos

Bien sabido era que Martínez no rehuía de los retos. Y en el camino se cruzó una piedra que, en perspectiva y en la situación que se vivía, parecía inexpugnable. Frente a él se presentaba, tras un largo periodo de búsqueda, el invicto boxeador y el hijo del mejor boxeador libra por libra de la historia para muchos entendidos, Julio César Chávez Júnior.

La guerra por el campeonato mundial de las 160 libras era una cuestión personal para el quilmeño: el cinturón le fue arrebatado por el organismo y fue a parar a manos del mexicano, sin logro previo alguno. La persecución fue larga, pero por fin sus caminos estaban destinados a encontrarse.

El duelo más rememorado de la carrera de Maravilla comenzó con el argentino dando una masterclass boxística: encajando golpes de precisión de cirujano y frustrando al Júnior, que veía cómo sus posibilidades de defender la corona se desvanecían round por round. Pero fue en el doceavo asalto donde el rumbo de la pelea cambió por completo: una combinación precisa y contundente del mexicano mandó a la lona al retador argentino.

El mundo se paralizó, y presenciaban atónitos lo que podría ser una heroica victoria con muy pocos precedentes. El Júnior apretó, y consiguió mandar al piso a Martínez de nuevo. Los segundos pasaban y los argentinos estaban al borde del infarto: la guerra se complicaba y el destino parecía oscuro en una noche en la que todo iba a pedir de boca. En estas situaciones hay infinidad de boxeadores que afrontan su duro destino, pero el argentino entró al intercambio en los últimos segundos del combate, le supo transmitir al mundo que estaba forjado con el mismo hierro que se forjan los campeones y que por las venas le corría sangre de gladiador. Maravilla finalizó el combate como nuevo campeón y supo devolver la alegría y el corazón al boxeo argentino que tanto ha cautivado a lo largo de los años, convirtiéndose así en el gran embajador de una nación pasional dentro de una de las mejores generaciones boxísticas de la historia.

De Cotto a Fandino, una pasión que nunca muere

Fueron años confusos los que Martínez pasó desde 2014 hasta 2020. Tras la guerra frente a Chávez, fue intervenido de una lesión en la rodilla, pero ésta pudo costarle la muerte. Una infección bacteriana en la articulación provocó que los médicos planteasen la amputación como solución a una situación que podía costarle la vida: “Me querían amputar la pierna porque me decían ‘si no te amputamos la pierna de aquí a 12 horas, en 24 horas te mueres'. ¡Te vas a morir! Porque la infección se va al corazón y no hay Dios que la frene”, citó el argentino en Infobae.

Por suerte, esa infección nunca llegó a extenderse, pero la bacteria no se fue del cuerpo de Martínez. Posterior a ello, llegó un nuevo campeonato del mundo y la pelea frente a Miguel Cotto, en la que se le vio forzado, casi obligado a combatir y acusado de su grave lesión. Fue entonces y con 40 años que Maravilla Martínez dejó el boxeo profesional.

 

El eco de su carrera y las voces internas de un boxeador que dejó, en contra de su voluntad, lo que más amaba, retumbaban en la cabeza de Martínez. La ‘Bestia dentro de cada uno de los púgiles’, en palabras de Rocky Balboa, afloró en Sergio Martínez. La bacteria que atacaba su rodilla desapareció tras una milagrosa visita a las aguas termales de Fimbalá, lugar del que declaró que entró cojo y lleno de dolor y salió corriendo.

 En el año 2020 y con 45 años de edad, Martínez se volvió a subir a un cuadrilátero. La pasión y el hambre de un nuevo éxito inundó el alma del argentino y lo empujó, de la mano de Tinín Rodríguez a volver al ring. “Quiero superar a Hopkins y proclamarme como campeón mundial más longevo de la historia”, fue el propósito de Maravilla al volver a lo que más ama en el mundo.

El sueño, cada vez más cerca

Sergio Martínez sigue con la senda del triunfo y son ya cinco las victorias que acumula desde su regreso al ring. Su último combate, ante Noah Kidd el pasado diciembre en Orlando, que supuso su regreso a los Estados Unidos. La realidad es que Maravilla luce un físico tremendo con 47 años de edad y, lejos de achantarse a nuevos retos, está más decidido que nunca a conseguir nuevas glorias. Ahora mismo, es tercero en la lista de aspirantes al título mundial del peso medio por la WBA de Gennady Golovkin, y  lo lógico sería que este se midiera a continuación al aspirante Erislandy Lara o a Esquiva Falcao, para determinar el retador al título del kazajo.

La conmovedora e impresionante historia de Sergio ‘Maravilla’ Martínez supone una fuente de motivación y un ejemplo de resiliencia brillante, y constituye una de las mejores y grandes historias de superación del panorama boxístico. La figura de Martínez ya está escrita en los libros del boxeo histórico, pero a su novela le faltan todavía algunos capítulos: emoción, furia, garra y pasión describen su obra, y por garantizado el devenir de su extensa carrera.

Información extraída de: Izquierdazo.com (https://izquierdazo.com/), Olé, Infobae, Diario MARCA y Wikipedia.