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Tras seis enfrentamientos entre ambos jugadores, el conocimiento que cada uno tiene del otro es milimétrico. La última vez que se enfrentaron, la victoria cayó del lado del escocés. Pero Tommy estaba dispuesto a devolverle la moneda, en un torneo de mayor envergadura, y en casa, ante su público. Pero no pudo ser, lo rozó con la punta de los dedos. Un público que abarrotó, un año más, el recinto del Ágora: 6.000 personas presenciaron la victoria del escocés Andy Murray por 3-6, 7-6 (7) y 7-6 (8).

Un primer set de una hora

El acto inicial comenzaba con un Murray manteniendo la tónica del partido ante Ferrer. Aguantando atrás, metiendo muchos primeros saques y esperando cualquier resquicio por donde empezar atacar. Así se llegaba al 3-2 donde el español tuvo que salvar una bola de break en contra. Un gran servicio y una gran derecha posterior le ayudaba a empatar el partido a 3 tras 30 minutos disputados.

El revés de Andy funcionaba a la perfección: ángulos, paralelos y un sinfín de golpes que hacían las delicias del público asistente

Pese al gran juego que se hayaba desplegando el escocés, el jugador de Girona aguantaba las embestidas y a la mínima que Murray dejaba una bola corta, apretaba para llevar la iniciativa del punto.

Se cumplía el minuto 38 de partido y con él, el mejor punto de todo lo que se llevaba de partido. Un intercambio de más de 30 bolas que cayó definitivamente del lado del español, provocando que el público se pusiera en pie y aplaudiera durante un largo instante. Tras este peloteo, Murray cedió su saque. Primera ventaja del español (4-3).

Murray daba síntomas de deambular por la pista, se arrastraba, parecía cansado, pero siempre daba el máximo en cada punto y ponía contra las cuerdas al español. Tommy consolidó la rotura del juego anterior, tras el juego más largo y salvar cuatro bolas de empate a 4. Mentalmente Murray se vino abajo y cedió de nuevo el juego y el set. 6-3 y Robredo a un set de ser el nuevo guardián del Ágora.

Un segundo set... con la miel en los labios

El segundo set comenzaba con un gran repertorio del jugador escocés, y aprovechaba dos errores no forzados del español para quebrar el primer juego de Tommy. Consolidó en el siguiente para colocar el 2-0 en el marcador. Los juegos se sucedían salvaguardando cada jugador su servicio. Cuando el marcador reflejaba 4-2, Murray dispuso de tres bolas de rotura que no aprovechó, dando moral al jugador de Hostalric que se iba al banco manteniendo las opciones de salvar el set.

Los peloteos eran la tónica del encuentro. Puntos largos, trabajados y con mucha intensidad permitieron a Tommy empatar el segundo set a 4. Todo siguió su curso hasta el tiebreak definitivo, donde tras adelantarse Murray 2-1, Robredo le dio la vuelta hasta el 4-2. Todo parecía de cara para el español, pero el escocés, que nunca se rinde, sacó fuerzas de donde nadie sabe y tras salvar dos bolas de partido, igualó el partido.

Un tiebreak de infarto

El inicio del último set comenzaba con ambos jugadores manteniendo su servicio, si bien Murray servía con mayor eficacia y con contundencia, pero Tommy mantenía el suyo con mucha cabeza.

Los calambres empezaban a aparecer en los cuádriceps de Murray

Pero parecían más un espejismo que una realidad. El escocés se movía como pez en el agua, y acudía a las bolas sin apenas contratiempos, pero en los cambios de pista evitaba sentarse en el banco para no acrecentar la sobrecarga. El miedo a quedarse en el sitio rondaba la mente de Murray. La igualada en el marcador, una constante.

Tommy quebró el saque de su rival acto seguido para ponerse por delante 4-3, pero en el siguiente juego y sin tiempo de reacción, Murray volvía a igualar el encuentro. El partido se había vuelto un partido de tu a tu, con grandes intercambios, pelotas imposibles... 6-6 y de nuevo muerte súbita. En esta ocasión con mucha más tensión que en el segundo set.

Tras más de tres horas de partido, la final del Valencia Open iba a decidirse en el desempate. Todo muy igualado hasta que llegados al 6-5, Robredo dispuso de su primera bola de partido, salvada por Murray. Nueva bola de partido, 7-6, pero Murray la volvió a salvar in extremis tras un gran punto. El escocés, con más vidas que un gato, volvía a repetir la historia. A la segunda bola de partido no falló. 10-8 y nuevo título. Un peloteo interminable para acabar en la red los dos jugadores abrazados y sin poder mediar palabra. Murray, segunda participación y segundo reinado.

Con esta victoria, el jugador escocés se mete prácticamente en la Copa de Mestros. Cansado, vuela esta misma noche hacia París, donde el Miércoles hará su debut.