Ganar a los que son peores y perder con los que son mejores. Esto es lo que lleva haciendo durante muchos años el jugador francés, manteniendo una regularidad espectacular durante toda su carrera, y haciendo incursiones en cotas más ambiciosas. En 2015 se ha visto con la confianza en sí mismo para dar un salto cualitativo y regresar al top-10, con dos títulos bajo el brazo y unas semifinales de Grand Slam. Trabajo y pasión unidos en un hombre que no se conforma nunca.

Regularidad aplastante y momentos de brillantez

Comenzó el año cumpliendo el expediente, sin estridencias ni sorpresas especialmente positivas. Cayó en cuartos de final de Sidney ante Berdych, algo esperado y aceptable, y vio cómo Kevin Anderson le ganaba en una igualada tercera ronda del Abierto de Australia, generando ciertas dudas en sus posibilidades.

Sin embargo, la candidez del hogar elevó su nivel de juego notablemente. En Montpellier se encontró con un cuadro abierto, batió a un Monfils algo falto de ritmo y se aprovechó de la lesión de Jerzy Janowicz, que no pudo disputar la final. Con la confianza adquirida, se desplazó a Dubai y se vio superado por Federer, pasando desapercibido en la gira estadounidense de Masters 1000 y reapareciendo en Estoril.

Djokovic fue su bestia negra en Roland Garros y Wimbledon

En la tierra batida portuguesa, el galo recuperó su mejor versión, y se alzó con un nuevo título imponiéndose al siempre sólido García-López en semifinales, y al travieso Nick Kyrgios en la final. Madrid y Roma no dieron especiales alegrías al francés, que vio cómo Berdych y Ferrer le superaban, y en Roland Garros cumplió con lo esperado, haciendo valer su ranking para llegar a octavos de final y caer ante Novak Djokovic, tomándose la revancha ante Kevin Anderson en la tercera ronda.

Su derrota en Queens ante Raonic, no vaticinaba lo que podría hacer en Wimbledon. Con un nivel sencillamente impecable, el francés se deshizo de jugadores del nivel de Dimitrov, Kyrgios y Wawrinka, para llegar a semifinales y caer derrotado ante un intratable Djokovic. Esto le catapultó en el ranking, y le permitió hacer unos buenos cuartos de final en Cincinnati y US Open, ganando a Berdych en octavos de final. Intentó exprimir sus opciones de clasificación para la Copa de Maestros, pero lo más destacable que pudo hacer fue en Basilea, con unas semifinales en las que cayó contra Nadal.

En definitiva, un año fabuloso para un Gasquet que ha mantenido su regularidad sin que la brillantez lastrara su rendimiento en otros torneos. Partirá como noveno jugador del mundo en 2016, y si comienza el año con intensidad y concentración, puede dar mucho que hablar en el Abierto de Australia.