Los octavos de final en el Masters 1000 de Cincinatti se ponían en marcha en la jornada del jueves con la posibilidad de numerosas sorpresas como telón de fondo. Con dos únicos Top Ten como supervivientes a este peculiar certamen, un gran abanico de jugadores de perfil medio buscarían acaparar los focos y poder, gracias a una buena actuación, escalar posiciones en un ranking ATP cada vez más apretado.

Uno de esos Top Ten era el austríaco Dominic Thiem, número ocho del mundo y, de primeras, tercer favorito aquí; sin embargo, la baja de Roger Federer por problemas en la espalda provocaron que Thiem, encuadrado en el mismo lado del cuadro que Rafael Nadal, el otro gran favorito, fuese el segundo jugador mejor clasificado en tierras norteamericanas. Tras varias decepciones en esta gira amercana, con prematuras derrotas en Washington, ante Anderson, y en Montreal, ante Schwartzman, el joven austríaco busca, en Cincinatti, redimirse y lograr su primer título de Masters 1000.

Para lograrlo, tendría que pasar por encima, en estos octavos de final, del sorprendente jugador francés, Adrian Mannarino. El galo, 36º en la clasificación mundial, suma enteros para acabar la temporada dentro de los treinta mejores, y sus cuartos de final en Montreal y Los Cabos, o sus octavos de final en Wimbledon, así lo acreditan. Sin hacer mucho ruido, Mannarino evoluciona favorablemente poco antes de cumplir la treintena, suceso que ocurrirá el verano que viene.

El historial no acompañaba a las pretensiones de Adrian Mannarino. El francés, siempre impredecible, jamás había batido a Thiem con anterioridad, y solo había conseguido arañarle un par de sets en sus cuatro duelos previos. Fue en el Masters de Miami, en 2015, cuando se vieron las caras por primera vez; esa victoria de Thiem, por 7-6 4-6 y 7-5, valió para que el austríaco calificase para sus primeros cuartos de final de Masters 1000, ronda que volvería a alcanzar hasta en cinco ocasiones más. Su último choque se vivió este año, cuando Dominic superó sin problemas a Mannarino, 7-5 y 6-3, en los octavos de final del ATP 500 de Acapulco.

Thiem sobrevive en el primer set

El comienzo del encuentro reflejó a la perfección la irregularidad experimentada en el juego por parte de Dominic Thiem. El austríaco, cuarto en la Race To London, inició la contienda muy incisivo al resto, apretando al francés y disponiendo, en el primer juego del partido, de sus tres primeras bolas de break, que no materializó. Esa falta de acierto le costó caro al austríaco, muy frío con el servicio y paupérrimo con los segundos saques, ya que Mannarino, gran restador, sí fue capaz de convertir su primera opción de rotura, poniendo el 0-2. No obstante, la alegría del francés no perduró, y el de Wiener-Neüstadt recuperó la rotura para anotarse su primer game.

Superando una serie de juegos en los que el servidor sacaba a relucir todas sus carencias, y en los que ambos tenistas se vieron forzados a salvar puntos de quiebre, la lluvia hizo acto de presencia y obligó a posponer, durante más de una hora, la acción en todo el torneo. La lluvia, eterno enemigo del deporte de raqueta por excelencia, pareció hacer reflexionar a los dos aspirantes en la Grandstand, segunda pista en el complejo tenístico de Cincinatti, ya que, tanto Mannarino como Thiem, regresaron a la acción mucho más certeros de cara al saque.

El suspense volvió a reinar en este encuentro de octavos de final, ahora en los instantes definitivos. Con 4-5 en el marcador, Thiem volvió a verse asolado por las dudas ante un Mannarino valiente y atrevido, que incluso llegó a tener dos bolas de set; en ese crucial momento, el finalista en el Masters de Madrid mostró templanza, erradicó esos dos set balls y, acto seguido, rompió el servicio del galo por segunda vez para dejar, con 6-5 y saque, casi decidido el primer set. Sin embargo, y continuando con la dinámica irregular y sorprendente de este partido, Dominic Thiem no fue certero, y perdió toda opción de ponerse por delante en un primer asalto que se decidiría en el tie-break. Ya en el desempate, las mínimas diferencias en cuanto a calidad desequilibraron la balanza en favor del austríaco que, tras más de una hora, se acabaría llevando el primer parcial en una muerte súbita que concluyó 7-4.

Mannarino lo intenta, pero vuelve a claudicar en una nueva muerte súbita

Estando a tan solo un set de la eliminación, y con todo a favor para Dominic Thiem, Mannarino tenía que responder al primer set que había perdido, necesitaba salir a pista con convicción, pero a las primeras de cambio el tenista francés se encontraba con dos bolas de rotura que no conseguía salvar, viendo como el austriaco, con velocidad de crucero, primero se ponía con 2-0 y a continuación consolidaba la rotura obtenida anteriormente para irse hasta el 3-0. Pero no sería ni mucho menos un camino de rosas el que le esperaba por delante a Thiem, puesto que a pesar de tener tres juegos de mucha tranquilidad, con 4-2 en el luminoso, Mannarino despertaba del letargo en el que se encontraba sumido para quebrar el servicio de su contrincante, recuperando la rotura sufrida anteriormente, para igualar la segunda manga a cuatro juegos, provocando que empezara un nuevo partido.

De ahí en adelante los juegos irían pasando con más pena que gloria hasta llegar al 6-6, momento en que un nuevo tie break aparecía para que se deshiciera el segundo acto. Mannarino tendría ante sí la oportunidad de forzar el tercer parcial, pero Thiem no estaría por la labor de alargar el encuentro, por lo que sacaba su mejor arsenal de golpes para coger velocidad y terminar llevándose la muerte súbita por 7-3, y por ende, se hacía con el segundo set por 7-6 (3), logrando el billete para los cuartos de final del Masters 1000 de Cincinnati por 7-6 (4) y 7-6 (3) después de dos horas de partido, quedando como su oponente en la siguiente ronda el español David Ferrer.