Nick Kyrgios sigue sin aprender y parece que no tiene ninguna intención de hacerlo. El australiano volvió a protagonizar otro episodio lamentable de conducta antideportiva, otra más que añadir a su extenso currículum, en la primera ronda del Masters 1000 de Shanghai (China). En su partido ante el norteamericano Steve Johnson, el díscolo tenista australiano decidió retirarse, sin ningún motivo, al término del primer set, que cayó del lado de su rival en la muerte súbita.
Hay que decir que durante el desarrollo de este primer y, a la postre, único set del encuentro, Kyrgios volvió a mostrar esa apatía y desgana propias de su indomable personalidad. El australiano se sostenía en el partido gracias a su servicio pero al resto hubo muchos puntos que ni siquiera quiso poner en juego. Cuanto más se acercaba el final del primer set, más clara era la impresión de que el posible desenlace del choque quedaría definido según lo que pasara en el mismo. Y fue en el 'tie-break' cuando la cabeza de Kyrgios dijo basta. Y eso que el de Canberra comenzó 3-0 arriba pero ni por esas. Johnson recuperó el 'minibreak' de desventaja, algo que sentó fatal a Kyrgios que recibió su segundo 'warning' del partido y un punto de sanción.
Pero fue con empate a cinco en el marcador cuando se produjo el momento decisivo del partido. Johnson logró un 'smash' espectacular de extrema dificultad, puesto que tuvo que irse casi hasta la grada para conectar un potente golpe que dejó a Kyrgios con un cabreo considerable. Tras ello, el estadounidense conectó su décimo saque directo y en 47 minutos, finiquitaba el set (7-5). Se esperaba una reacción en caliente de Kyrgios pero quizá no hasta el momento de cruzar la red y dar la mano a su rival en señal de retirada. Otra falta de respeto lamentable por parte del tenista oceánico, que con esta actitud vuelve a dejar clara su falta de profesionalidad, algo a lo que la ATP debería responder inmediatamente. Huelga decir que al público congregado en la pista Union Pay 3 del Qizong Stadium, sede del torneo, despidió merecidamente con silbidos a una persona que parece no darse cuenta del daño que hace con estas acciones.