El San Petersburgo Stadium o Estadio Krestovski se preparó para acoger todas unas semifinales de Copa del Mundo, en lo que parecía ser una posible final adelantada, debido a que Francia y Bélgica eran las dos selecciones nacionales que más temor habían infundido en el torneo hasta el momento. 

Ante este inmejorable escenario, les Bleus amenazaban a los pupilos de Roberto Martínez, que llegaban con la moral por las nubes tras eliminar a otra de las favoritas, la pentacampeona del mundo, Brasil

El pitido inicial desató la furia y la emoción de ambos equipos se hacia patente en las disposiciones de ambos técnicos, que cumplían con las trampas previstas, rechazando ambos el control del esférico. 

Primera jugada de un eléctrico Mbappé que comenzó acelerado y asustando, pero que se diluyó en el primer tiempo con el paso de los minutos. 

Francia rechazaba el esférico, Didier Deschamps quiso sacar los colores a los belgas neutralizando su capacidad de montar contras a través de entregarles el tempo del encuentro. 

En ataque estático, los Diablos Rojos decidieron explotar el carril izquierdo donde encontrarían a su estrella en esta competición, un Eden Hazard que sería el mejor del primer tiempo con sus regates y ofensivas verticales. 

El fútbol giraba en torno al jugador del Chelsea que se veía en racha, con una confianza que se le pide a cualquier crack mundial. 

Sus uno contra uno contra Pavard, fueron la tónica de los primeros 45 minutos, en los que Pogba o Varane se veían obligados a realizar ayudas, a lo que el extremo izquierdo respondía alternando su posición buscando asociarse con Kevin De Bruyne

El conjunto galo se diluyó en los primeros 20 minutos que conformaron un monólogo belga en el que Fellaini era la mano de obra que pugnaba en el centro por anular a Pogba y ayudando a un islote llamado Lukaku que trataba de recibir de espaldas constantemente. 

Francia se vio liderada por un imponente Kanté, que está mal acostumbrando al panorama futbolístico a una regularidad en su rendimiento que tiende a que se minimice su impacto, motivo por el que cabe mencionar que fue el personaje encargado de dotar de equilibrio a los Gallos hasta el descanso. Indescriptible su Mundial

Como no podía ser de otro modo, Hazard hacía notar su buen momento de forma mediante los primeros acercamientos, finalizando cerca del arco de un Lloris que fue obligado a realizar una parada de enorme mérito a un remate a la remanguillé de un Alderweireld que acusaba la falta de intensidad defensiva requerida mediante desconexiones puntuales, al igual que el resto de la zaga belga. 

El flanco derecho del ataque fue comandado sorprendentemente por el circunstancial carrilero Chadli, que completó una primera parte muy seria, ofreciendo alternativas en ataque y poniendo voluntad a las acometidas Reds

Giroud representa la garra del equipo galo. Fuente: FIFA.
Giroud representa la garra del equipo galo. Fuente: FIFA.

Buscaba las cosquillas a la contra los franceses, tratando de dar de su propia medicina a una Bélgica que sufría con las transiciones de Pogba, pero sobre todo por el segundo mejor jugador Bleu en el primer tiempo(después de Kanté), Olivier Giroud, quien supuso un dolor de cabeza constante para los jugadores de Roberto Martínez. 

Se llegaba al descanso con unos últimos minutos de pausa y falta de fluidez e ideas en ambos combinados, prometiendo ofrecer un segundo tiempo vibrante en el que se verían obligados a arriesgar para hacerse hueco en la gran final .

Equipos demasiado análogos, en los que destacaron Kanté y Giroud por la parte francesa, y Hazard y Fellaini por parte de una Bélgica, que se vio obligada a proponer más con el balón jugado, inusual en este torneo para ellos, pero notándose que, pese a ello, cuenta con individualidades determinantes y ganas de dar la campanada. Los franceses, planos y esperando a ver que plantea el rival. 

Con el inicio de la segunda mitad, las disposiciones de los equipos no variarían, con una Francia que trataría de acumular más activos arriba para disimular sus carencias en la fluidez del juego de toque.

Pero de manera insospechada, una vez más mediante un recurso muy explotado en esta Copa del Mundo, llegaría el primer gol del partido en el minuto 51, cuando Griezmann, botó un corner al primer palo al que tardaría en reaccionar Fellaini, que cometía así un error impropio para alguien de su estatura, aprovechado por Samuel Umtiti que de manera fortuita introducía el cuero en la red belga. 

Inmerecido gol de Francia que se veía por encima en el luminoso y que adaptó su fútbol al marcador, retrocediendo de nuevo, asemejando su estilo al del primer tiempo, echándose hacia atrás y confiando en las arrancadas de Mbappé y Griezmann, escenificando lo que sería el devenir de los siguientes 35 minutos. 

La calidad y belleza técnica descendió, los galos se replegaron sin proponer ataques fluidos y desentendiéndose por completo del apartado ofensivo, retirándose de la lucha por la posesión. Les había llovido un gol de la nada y debían defenderlo.

Mbappé está cuajando un gran torneo. Fuente: FIFA.
Mbappé está cuajando un gran torneo. Fuente: FIFA.

Con esta amarga propuesta, los belgas se vieron con el monopolio del balón, enfrentándose a un medio del campo plagado de camisetas azules, y una solidez defensiva que inhabilitaba la posibilidad de servir centros al área a Lukaku o Fellaini

Mbappé dejaba sellos de calidad, pequeños avisos a Florentino Pérez de que puede rendir desde ya y asumir las riendas de un club, mediante asociaciones ya fuera con Griezmann o con Giroud, y constantes duelos individuales. 

Los Red Devils tuvieron ocasiones como el disparo lejano de Witsel, pero se toparon con un seguro Lloris que no estaba dispuesto a dejar escapar la final, haciendo gala de una seguridad necesaria en cualquier plantilla que aspire a ser campeona del mundo. 

Quemó Francia los minutos finales mediante faltas de los belgas que hacían denotar la ansiedad por recuperar la pelota de los mismos, haciendo que no se jugara en exceso y que ni un combativo Mertens pudieran crear oleadas de acoso a la meta de los Gallos

Finalizaba así, de manera sosa, insípida, agridulce y falta de fútbol, sobre todo esto ultimo, una semifinal que prometía deleitar a todo espectador y que se convirtió en un encuentro falto de ocasiones en el que los únicos que debieron disfrutar, fueron los gabachos. 

Cae derrotada una Bélgica que demandó más influencia en todo el torneo de Kevin De Bruyne, que dejó asilado a Hazard al mando de una selección que ilusionó una vez más, y volvió a quedarse sin alcanzar la final. 

Francia manda un mensaje al mundo de que no le hace falta realizar un estilo estético o profundo para ganar, le basta con pinceladas de sus hombre para demostrar que goza de una seguridad en la zona defensiva y no solo destaca por su arsenal en zona de tres cuartos de cancha. 

Papeles estelares de un solvente Lucas Hernández, la belleza y calidad técnica de Mbappé, la rocosidad de Kanté, el gol de Umtiti, o la seguridad de Lloris. Por parte belga, Hazard ha demostrado muchas cosas en este encuentro, haciendo gala de una capacidad de liderazgo de la que se dudaba por su irregularidad en el Chelsea y, en este gran torneo, ha decidido consagrarse. 

Buscará sus segunda estrella la Francia de Deschamps, que confirma que su plantel sabe jugar de multiples maneras y que irá con todo a por la copa el próximo 15 de julio. 

 

 

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Sobre el autor
Francisco Arrieta Artigas
Redactor VAVEL en la sección de Premier League.