O noso derbi no salió según el guión previsto por el Celta, eso está claro. El equipo de Berizzo, con un planteamiento condicionado por las bajas, especialmente en defensa, no ofreció su mejor cara, la que había mostrado durante los primeros meses de la temporada. Superado por el rival y las circunstancias, Berizzo tampoco encontró solución desde el banquillo, como ya se ha visto otras veces cuando los partidos se complican. El resultado constata una evidencia: el Celta necesita más futbolistas para evitar un desastre liguero como el del invierno pasado.

Flexibilidad contra corsé

El partido se jugó exactamente como quería el Deportivo, mientras el Celta intentaba hacer lo que sabe, sin ningún éxito

El partido llegaba con incógnitas del lado deportivista, ya que Víctor Sánchez se caracteriza por adaptar su planteamiento a las características del rival. El madrileño reforzó sus costados para limitar la capacidad de Nolito y Orellana, que acabaría cayendo al centro sin mejorar su rendimiento. Por parte céltica, el once estaba más que cantado. La reducida plantilla de Eduardo Berizzo no daba para más. Con Cabral sancionado y Radoja (comodín defensivo) lesionado, tuvo que tirar de un renqueante Fontàs para completar su línea defensiva. Todo un caramelo para un hombre en racha como Lucas Pérez. Arriba, los de siempre, incluyendo a Wass, Aspas y Nolito, que atraviesan un pequeño bajón en su estado de forma. Solo el moañés tiene un recambio claro en la plantilla pero, de momento, no ha llegado la hora de Guidetti.

El resultado de todo esto fue que el partido se jugó exactamente como quería el Deportivo, mientras el Celta intentaba hacer lo que sabe, pero sin ningún tipo de éxito. El balón no fluía, los delanteros no hacían daño, y los minutos pasaban sin muchas perspectivas de éxito. Y, claro, la cosa se complicó aún más cuando Lucas abrió el marcador aprovechando la falta de contundencia defensiva rival.

Debilidad mental

Cuando las cosas salen, salen. El equipo funciona, cumple su papel, los futbolistas cogen confianza y ganan acierto y aplomo. Cuando las cosas se tuercen, eso acaba afectando a cada lance del juego. Incluso una jugada tan favorable como un penalti se puede convertir en un obstáculo insalvable. Nolito es la gran estrella de este Celta, lo saben incluso fuera de Galicia. Además, es un jugador comprometido, que a pesar de escuchar sin descanso cantos de sirena desde Barcelona sigue dándolo todo por su equipo. Y más aún contra el Deportivo, un rival que se le daba especialmente bien. Nolito era capaz de controlar la ansiedad de los canteranos y de hacerle daño al eterno rival, para después besar el escudo de su camiseta. Todo un lujo para el celtismo.

Sin embargo, hasta al gaditano le pesaron las piernas en el derbi. Su lanzamiento del penalti dejó ver una inseguridad que no acostumbra a mostrar el diez celeste. Germán Lux hizo su parte y el golpe moral fue duro, casi definitivo. El Celta desaprovechaba la que se intuía su mejor ocasión del partido, a pesar de que aún quedaba una hora de juego por delante.

Sin recursos

El Celta fue perdiendo desde el minuto 22 de la primera parte, es decir, fue por detrás en el marcador tres cuartas partes del choque. El equipo no funcionaba, y no fue capaz de desarrollar su juego en ningún momento. A pesar de ello, no se esperaban cambios de Berizzo en el descanso, y tampoco en la primera media hora de la segunda parte. El técnico no es partidario de hacer modificaciones prematuras, pero es que esta temporada está evidenciando una falta de confianza en muchos de sus futbolistas que se está traduciendo en una falta de recursos alarmante desde el banquillo.

El Celta necesita más fondo de armario para afrontar una dura temporada en la autoproclamada como mejor liga del mundo

En Riazor el primer cambio fue obligado. Fontàs, que lleva muchos partidos jugando mermado por su lesión en el talón, no pudo más. Y, ante la ausencia de Radoja, su hueco en el centro de la defensa tuvo que ser cubierto por Jonny, entrando Planas en el lateral. El celtismo cruzaba los dedos para que no hubiese más contratiempos, ya que los jugadores más defensivos que quedaba en el banquillo eran Levy Madinda y Borja Fernández.

El segundo cambio, este sí más habitual, fue la entrada de Guidetti, aunque esta vez Berizzo dejó en el campo a Aspas y retiró a Pablo Hernández, en todo un acto de fe que tampoco dio resultado. Una vez más, y ya van demasiadas, el tercer cambio se quedó en el tintero.

Más madera

Tras una derrota tan trascendente como la de Riazor, es normal que aparezcan voces críticas. Sin embargo, lo enunciado hasta ahora son hechos objetivos que invitan a la reflexión, y se han repetido hasta la saciedad en estas líneas desde el inicio de la temporada: el Celta necesita más fondo de armario para afrontar una dura temporada en la autoproclamada como mejor liga del mundo.

O mucho cambian las cosas para hombres como Señé, Bongonda Drazic o Madinda, o la única solución pasará por el mercado invernal

El éxito económico de la gestión de Carlos Mouriño es evidente. Ha hecho renacer a la entidad con más fuerza, incluso acortando los plazos de reducción de la deuda y haciendo posible la compra de patrimonio, como la nueva sede de Príncipe. Pero el precio a pagar fueron dolorosas ventas en el pasado, otras no tan dolorosas en el presente, y una contención del gasto en la plantilla que siempre se acaba notando sobre el césped. Se notó la temporada pasada, cuando la plantilla corta de Berizzo no pudo soportar el ritmo de liga y Copa. Y se empieza a notar este año a la misma altura de liga que hace un año. La búsqueda de un central se paralizó en verano por culpa del alto precio de los candidatos. La lesión de Fontàs y la sanción de Cabral han roto el precario equilibrio de la zaga, que se vió bajo mínimos en Riazor, y volverá a estar en una situación parecida ante el Sporting. El mediocentro específico, objeto de deseo de la dirección deportiva, tampoco llegó en el mercado estival. Radoja, lo más parecido al perfil buscado que hay en la plantilla, acaba de caer por lesión. Y el extremo derecho que pedía Berizzo para liberar a Orellana tampoco está en Vigo, aunque Miguel Torrecilla aventuró que podría retomarse el interés en el mercado invernal. Lo cierto es que no debería ser la única incorporación. Porque lo justo es que un entrenador de la mejor liga del mundo pueda terminar los partidos habiendo efectuado sus tres cambios, algo que ahora mismo no está ocurriendo en el Celta. Y la realidad indica que, o mucho cambian las cosas para hombres como Señé, Bongonda, Drazic o Madinda con la llegada de la Copa, o la única solución pasará por el mercado invernal que, conviene ser realistas, no suele proporcionar demasiadas alegrías.