Un Granada con pocas sonrisas y demasiadas lágrimas

El cuadro nazarí va en camino de registrar el peor curso liguero en Primera División de su historia tras una pésima gestión que le ha llevado a una situación casi insalvable a estas alturas

Un Granada con pocas sonrisas y demasiadas lágrimas
Parte del plantel del Granada tras encajar un gol en un anterior duelo | Foto: LaLiga.
juanpe
Por Juan Pérez Martín

Hace menos de un año, las calles principales de la ciudad de Granada estaban abarrotadas en una cálida noche donde, los más fieles granadinistas, invadieron y tiñeron de rojiblanco las localizaciones más emblemáticas con tal de festejar su regreso a Primera División.

Con un final de temporada muy igualado, los rojiblancos se llevaron el alirón en la última jornada, e incluso se consagraron como campeones de Segunda División en dicha etapa.

Aterrizando en el verano del pasado año con la tutela del ser el reciente triunfador de la división de plata y un plantel con nombres a seguir, donde la estructura de la misma parecía ser similar, la rumorología acechó a una entidad que, sin esperarlo, se desestabilizó por completo.

Cuando todos los cuadros se reforzaban y se asentaban, el Granada estaba sumergido en un supuesto proceso de venta que no terminó de fructificar y lo único a lo que llevo fue a un equipo mermado, sin nivel suficiente para la categoría y con una afición disgustada y desconfiada tras tanta palabra y poca claridad.

La temporada empezó con esperanza para la parroquia andaluza. Pese a perder contra el Atlético de Madrid, la figura de Samu Omorodion (que no duró mucho por su venta al propio equipo madrileño tras dicho partido) y Bryan Zaragoza parecían que iban a ser los faros principales del equipo de Paco López, que no conoció la victoria hasta la tercera jornada contra el Mallorca.

Los fichajes, que no cumplieron el nivel o no terminaron de adaptarse, sumado a la dificultad para sacar a algunos nombres propios, como Weismann, Perea o Diédhiou, dificultaron una etapa final de mercado veraniego que no terminó como todos quisieron, dejando muchas posiciones débiles y con pocos efectivos.

Un bucle sin final

Las debacles ante la Real Sociedad, Girona y el casi destrozo en Almería dejaron al Granada muy tocado. Hundido en la zona baja, pero todavía aún con motivos para creer, un Bryan Zaragoza superlativo intentó guiar a un equipo que no terminaba de dar un paso al frente y que estaba dejando mucho que desear.

La nula capacidad de gol y, en especial, la poca solidez defensiva (consagrándose como uno de los principales equipos más débiles de europa) le costó caro a los granadinos, que para puntuar necesitaban anotar bastante debido a la poca rocosidad atrás.

El guion siguió igual para el Granada hasta el fatídico cruce de dieciseisavos de Copa del Rey ante el Arosa, donde una alineación indebida de Adri López empañó un fácil pase que dejó a la entidad fuera de la competición sin entender bien el por qué y ante la incredulidad por la situación y el bochorno nacional con algo en lo que, sorpresivamente, nadie del club se dio cuenta.

Lance del duelo de Copa del Rey | Foto: Granada CF.
Lance del duelo de Copa del Rey | Foto: Granada CF.

La gota que colmó el vaso no llegó hasta final del mes de noviembre donde, después de los malos registros y la poca reacción del plantel, se tomó la decisión de rescindir a Paco López, hombre que dejó un gran legado tras el ascenso la temporada anterior.

El 'Cacique' Medina: una figura que nunca terminó de subir y colocar

Un desconocido 'Cacique' Medina llegó a Granada con el fin de redireccionar a un equipo que parecía que todavía tenía margen de maniobra dado el por hacer de sus rivales directos, que tampoco estaban teniendo una fácil temporada.

Pese a caer ante el Real Madrid en su llegada y empatar contra el Athletic Club, las sensaciones del equipo fueron muy buenas. Un equipo más solido atrás que, pese haber perdido un poco de pegada, se mostraba más rocoso y compacto, no teniendo que depender de tantas individualidades para sacar adelante un resultado.

La victoria contra el Cádiz en casa para abrir el 2024 sirvió como aire fresco para los rojiblancos, que veían viable una permanencia que parecía igualarse y, donde los refuerzos de Bruno Méndez y Augusto Batalla dieron todavía más estabilidad.

El conjunto continuó reforzándose tras la llegada de Matteo Tognozzi a la dirección deportiva, llegando a un punto en el que casi hicieron por completo un equipo que no terminó casi ni de formarse en el anterior verano con Nico Rodríguez. Diez altas y siete bajas (entre ellas la del estrella Bryan Zaragoza al Bayern) le valieron al italiano, que apostó fuerte por un esqueleto de jugadores poco reconocidos en el continente pero con experiencia en otras ligas menos conocidas, para pelear por la permanencia.

La salida de Bryan desequilibró todavía más a un equipo decaído | Foto: Bayern Munich.
La salida de Bryan desequilibró todavía más a un equipo decaído | Foto: Bayern Munich.

Aún así, parecía que a Medina no le fue suficiente. Su reacción nunca terminó de cuajar, llevando a un amplio descontento que incluso llegó calar en el mensaje interno de una plantilla que, poco a poco, pareció quedar sin ideas, bloqueado mentalmente y sin una clara idea de juego ante una situación que terminó de ser insostenible. Mucha palabra que parecía que, de últimas, ni él terminó de creerse.

Sandoval: a tumba abierta y sin nada que perder

Sorprendió hace menos de una semana la llegada de José Ramón Sandoval. A contracorriente y a la desesperada, la segunda etapa del madrileño parece tener una cierta carga nostálgica que hace soñar con una utópica salvación a la de 2015.

Con situaciones muy distintas, dado la diferencia de puntos y el estilo del equipo, este Granada parece tener el trabajo mucho más dificultoso y casi quimérico por hacer.

Sin embargo, el aterrizaje de Sandoval va dirigido con una mira concreta: limpiar las mentes de un plantel al que quiere demostrar el potencial que tiene y liberarlo de estrés.

Primer entreno de Sandoval con el Granada | Foto: Granada CF.
Primer entreno de Sandoval con el Granada | Foto: Granada CF.

De por sí, la labor es difícil ya que están a trece puntos de la salvación (con un partido menos que el resto), pero el poder intentar cambiar la imagen del equipo y dejar una mejor impronta este final de tramo puede ser un fuerte estímulo para un Granada en el que, quizás, la llegada de Sandoval puede ser clave a la hora de tomar las riendas para resucitar a un conjunto en el que todos crean y vayan a una.

Creer sin querer

No hay que engañar al personal diciendo que el Granada puede salvarse. De hecho, a estas alturas, parece algo más quimérico y utópico. Hasta casi decir de loco. 

Pocas veces se ha visto un precedente similar en Primera, e incluso podría ser algo anecdótico de darse. No obstante, lo que está claro es que intención no va a faltar. Quizás no de para ello, pero pelea y guerra seguro que los pupilos de Sandoval van a dar en este tramo final de temporada.

Con una Segunda División que acecha al final del camino, los rojiblancos no quieren manchar la imagen de un escudo que ya ha quedado tocada por todo lo acontecido y que ya han puesto de manifiesto los aficionados ante una directiva irrelevante y que, aunque parezca que no, intentan redirigir la situación como pueden: sin mucho éxito. Quizás eso demuestra más ineficacia que indiferencia. A saber qué es peor a estas alturas y en un club donde lo único que se pide es estabilidad y nivel.