Marin Cilic, por su gran tenis y su dedicación, ya es un nombre más que registrado en los certámenes  prestigiosos que contiene el riguroso calendario ATP. El croata de 30 años de edad y número siete del planeta, enfrentó un año con picos de altos rendimientos y otros lapsos con duras decepciones, especialmente en Wimbledon donde cayó en segunda ronda.  Su mejor versión se vio a comienzo de año, cuando arribó a la final del Abierto de Australia en el mes de enero, instancia en la que fue derrotado por el legendario Roger Federer en cinco parciales. A su vez, se proclamó campeón en el verde césped de Queen´s (único título en 2018) y fue el gran héroe de la serie final de Copa Davis, cuando Croacia se impuso por 3-1 ante Francia y levantó la Ensaladera de Plata en la última edición con el formato tradicional y que será cambiado en 2019 por el modelo que dirige el futbolista Gerard Piqué.

Un título, un récord de 44 victorias y 20 derrotas y tan solo cuatro triunfos ante tenistas top ten reflejan la temporada de Marin Cilic. Luego de caer en la final del primer Grand Slam del 2018 ante Federer en un partidazo, el tenis del croata se vino abajo y los resultados no fueron los esperados para un tenista con pretensiones de campeón: cayó en tercera ronda en Indian Wells ante el alemán Philipp Kohlschreiber y cedió en cuarta ronda en Miami ante el gigante John Isner. La gira por el polvo de ladrillo, cuya superficie no se constituye como la mejor aliada para el juego que propone Cilic, no fue un gran problema para el croata que supo adaptarse y conseguir buenas presentaciones, sin llegar, sin embargo, a quedarse con alguno de estos torneos.

En Montecarlo, el tenista entrenado por Ivan Cinkus, perdió en un atrapante partido que se extendió hasta la tercera manga frente a Kei Nishikori, mientras que en el Másters de Roma accedió a las semifinales y fue vencido por Alexander Zverev, en lo que fue la  antesala al segundo Majors de la temporada. Cilic cuenta con un tenis muy sólido desde el fondo de la pista, con una derecha infalible y un saque letal por su variedad de efectos y velocidades. Su juego que si bien se adecúa mejor a las pistas rápidas como lo son el cemento o el césped, también ha ido creciendo y capacitándose para jugar grandes partidos sobre tierra batida. En Roland Garros, el croata mostró un tenis compacto, peligroso y mantuvo actuaciones brillantes hasta depositarse en los cuartos de final del torneo, donde disputó un partido de alto vuelo ante Juan Martín Del Potro cuyo triunfo quedó en manos del argentino.

El único título del año llegó en Queen´s

El ex número tres del mundo consiguió el único título del año en Londres, en el ATP 500 de Queen´s, torneo en que debió eliminar, entre otros brillantes oponentes, al estadounidense Sam Querrey, al australiano Nick Kyrgios, y al mismísimo Novak Djokovic en la final del certamen. Con este excelente rendimiento, Cilic llegó a la catedral del tenis de Wimbledon  con la ilusión de defender los puntos obtenidos en 2017 y por qué no, superarlos. Sin embargo, la gran decepción de la temporada llegó justamente en su torneo favorito y la ilusión se convirtió rápidamente en una fuerte desazón. La final alcanzada el año pasado le quedó muy lejos al gran croata ya que en la segunda ronda fue sorprendido por el argentino Guido Pella que, a base de esfuerzo y buenas derechas, se convirtió en villano y lo eliminó tras conseguir una épica y remontar un 0-2 en sets.

La frustrante derrota de forma inédita y tempranera en Wimbledon, fue un dolor de cabeza para Marin que sabía que él era uno de los grandes candidatos para  avanzar a las fases finales del certamen. Tras esta dura caída, la gira norteamericana fue el nuevo objetivo que se fijó la mente del campeón del Us Open 2014. No obstante, Rafael Nadal se encargó de eliminarlo en los cuartos de final de Canadá y Novak Djokovic hizo lo propio en la semifinal de Cincinnati, en un compromiso emocionante que estuvo muy cerca de alinearse al croata quien contó con un quiebre de ventaja en el tercer parcial. A pesar de ello, Cilic no consiguió doblegar el tenis del serbio que terminó quedándose con la victoria y aportando más dudas que certezas en su tenis.

La Copa Davis llenó el alma de Cilic

La última gran cita de la temporada llegó. El Abierto de los Estados Unidos, donde el show y la fiesta tienen lugar, abrió las puertas  de su hogar y Marin Cilic arribó como uno de los máximos candidatos para quedarse con el trofeo al ser este uno de los pocos tenistas en actividad que ya tienen en su vitrina el título de Flushing Meadows. No obstante, el japonés Nishikori (víctima en 2014 del croata) se encargó de aguarle la fiesta y lo despachó tras un encuentro cambiante que terminó definiéndose en el quinto set. Sin dudas que el año de Cilic no será el más recordado de su carrera ya que tuvo, en los torneos Másters 1000, su gran cuota pendiente.

Sin embargo, en un año irregular, Cilic también contó con momentos de grandes satisfacciones.  Se clasificó al ATP World Tour Finals, certamen que reúne a los ocho mejores jugadores del año y si bien fue eliminado en el grupo Gustavo Kuerten por las derrotas propiciadas por Djokovic y Zverev, su tenis no fue para nada malo. A su vez, la Copa Davis le llenó el alma a Marin Cilic: se vengó de aquella final perdida en 2016 frente al conjunto argentino y, esta vez, fue el protagonista principal en Lille ya que, a raíz de sus victorias ante Jo- Wilfried Tsonga y  Lucas Pouille, Croacia se adueñó de la final por 3-1.  El balcánico finalizó el año como todos hubiesen querido: levantó la Ensaladera de Plata y se adueñó de la última edición de la Copa Davis tal como se conoce y disputa hace tantos años. El broche de plata fue para Croacia y el gran artífice, fue el incansable y brillante, Marin Cilic.