Hoy a partir de las 22:00 de la noche hora española, las 16:00 de la tarde horal local, Rafa Nadal buscará su decimosexto título de Grand Slam y el tercero en el US Open, último torneo 'grande' de la temporada y lo hará ante el sudafricano Kevin Anderson, número 32 del ránking ATP y debutante en este tipo de partidos. Sin duda, el español es el gran favorito para levantar su tercer entorchado en 'Flushing Meadows' tras los de 2010 y 2013, en ambas ocasiones venciendo al serbio Novak Djokovic en la final. Kevin Anderson, por su parte, ha sabido aprovechar mejor que nadie las opciones que daba una parte del cuadro, un tanto desvirtuada tanto por la decisión de Andy Murray de bajarse del cuadro una vez sorteado el mismo y por las despedidas tempranas de hombres como Marin Cilic o Alexander Zverev. Sea como fuere, estos dos jugadores han sido los mejores en estas dos semanas pero sólo uno de ellos alcanzará la gloria en Nueva York.
Nadal, de menos a más
Rafa Nadal acudía a este US Open con el premio de haber recuperado el número uno del mundo pero con ciertas dudas tras no haber realizado su mejor tenis en los torneos previos a este Grand Slam. El manacorí se despidió pronto en Montreal (Canadá) al caer en los octavos de final ante el joven local Denis Shapovalov en un encuentro que el propio Nadal definió como 'la peor derrota del año'. Una semana después en Cincinnati, sus prestaciones mejoraron pero no lo suficiente cayendo en cuartos de final ante el australiano Nick Kyrgios.
Nadal ha empleado 14 horas y 11 minutos en sus seis partidos previos, Anderson, 15 horas y ocho minutosEsas dudas se reflejaron en sus primeros partidos en Nueva York. En su estreno contra Dusan Lajovic, el manacorí salió a pista algo frío y estuvo 5-3 abajo en la primera manga. Afortunadamente, pudo reaccionar a tiempo y terminó dándole la vuelta al set y ganar por la vía rápida. Tanto en la segunda y tercera ronda contra el japonés Taro Daniel y el argentino Leonardo Mayer, Nadal encajó sus dos primeros sets del torneo, ambos en el primer parcial. Especialmente exigente fue el duelo contra el argentino que con sus potentes tiros tuvo contra las cuerdas al español durante casi dos horas. Pero fue precisamente en la segunda parte del encuentro con Mayer donde se empezó a ver la mejor versión del español, que acabó ganando en cuatro sets y con buenas sensaciones en su raqueta.
Esas buenas sensaciones se confirmaron a partir de los octavos de final. El manacorí pasó por encima, tanto del ucraniano Alexandr Dolgopolov como del joven Andrey Rublev, con sendas victorias por la vía rápida y lo más importante, sintiendo la bola con más confianza y agresividad que nunca. En semifinales esperaba Juan Martín Del Potro. El argentino llegaba en una nube tras su remontada épica ante el austríaco Dominic Thiem en octavos y después de dejar fuera a todo un Roger Federer en cuartos. Del Potro comenzó mandando pero a partir del segundo set, Nadal lo borró de la pista de manera fulminante. El de Manacor cedió sólo cinco juegos en los tres siguientes sets confirmando que había ido de menos a más en el torneo y plantándose en su cuarta final en Nueva York.
Anderson renace tras un 2016 aciago
El sudafricano ha sabido levantarse y de qué manera tras pasarse casi todo el año pasado en el dique seco por culpa de una lesión en su cadera. Anderson, que acabó el 2015 en el puesto número 12 del mundo llegando a ser 'top10' ese mismo año, vio cómo todo lo que había trabajado para llegar a esos puestos de privilegio se esfumaba por culpa de las lesiones. Pero lejos de rendirse, el de Johannesburgo ha vuelto más fuerte que nunca en una gira americana en la que ha ido de menos a más y con el colofón de disputar hoy mismo su primera final de un Grand Slam.
Si hoy vence, el sudafricano se meterá entre los ocho primeros de la RaceEl sudafricano ha sido el mejor en una parte baja del cuadro muy abierta y en la que muchos tenistas soñaban con aprovechar una oportunidad única en sus respectivas carreras. De la mano de su gran servicio y sus potentes golpes, tanto de derecha como de revés, Anderson fue avanzando rondas sin hacer mucho ruido hasta que en los cuartos de final dio su primer gran golpe de autoridad venciendo al favorito del público y semifinalista del último Wimbledon, Sam Querrey, en cuatro mangas.
El sudafricano disfrutaba de su primera comparecencia en la penúltima ronda de un Grand Slam, al igual que su inmediato rival, el español Pablo Carreño. Ambos se encontraban ante el partido más importante de su vida y ahí Anderson volvió a demostrar su fortaleza, tanto mental como tenística, dándole la vuelta a un encuentro en el que comenzó por detrás en el marcador pero en el que acabó venciendo con autoridad pese a la gran resistencia de un Carreño que lo dio todo pero que tuvo que claudicar ante la contundencia de su rival.
El sudafricano es consciente de la enorme tarea que le espera en la final pero también de que no tiene nada que perder y mucho que ganar en un partido que, pase lo que pase, será inolvidable para él.
Nadal nunca ha perdido con Anderson
Aparte de la enorme diferencia que existe entre el palmarés de uno y otro tenista, otro dato que reafirma el favoritismo de Rafa Nadal es el cara a cara. El español no sabe lo que es perder ante su rival de hoy. Hasta en cuatro ocasiones se han visto las caras y en todas ellas el de Manacor ha salido victorioso. Sólo en una de ellas Anderson tuvo cerca el triunfo. Fue en el Masters 1.000 de París de hace dos años. El sudafricano había alcanzado su mejor nivel de juego y en los octavos de final de aquel torneo se hizo con el único set que ha podido ganar frente al español, que tuvo que salvar una bola de partido en el desempate del segundo para acabar venciendo por 6-2 en el tercero.
En los demás choques, victorias con relativa comodidad de Nadal en Toronto 2010 (6-1 y 7-6), en el Open de Australia 2015 (7-5 6-1 y 6-4) y este mismo año en el Conde de Godó (6-3 y 6-4). El partido hay que jugarlo y nunca se puede dar nada por sentado hasta que no termina el último punto pero desde luego, Rafa Nadal tiene hoy una oportunidad inmejorable para seguir haciendo historia.