Este sábado rodará el balón en Anoeta en uno de los derbis más descafeinados de los últimos tiempos. Tanto los guipuzcoanos como los vizcaínos se encuentran en tierra de nadie después de haber realizado una temporada desilusionante. Los txuri-urdin que se sitúan undécimos con 43 puntos superan a los bilbaínos por tres puntos, pero un derbi no es un partido cualquiera y ambas aficiones lo entienden a las mil maravillas. Todos los momentos malos y negativos vividos esta temporada dan igual si el equipo de tu corazón gana este partido, por el mero hecho de poder vencer a tu vecino, un encuentro que puede hacer maquillar y endulzar las eliminaciones de la Europa League o las desastrosas actuaciones en Copa.

Pero, además de todo el orgullo y coraje que significa vencer en un derbi vasco para los propios aficionados, el próximo tiene un sabor especial, un morbo incorporado que hace que los txuri-urdin vivan más intensamente, si cabe, este encuentro. Todo esto trata de la llegada de Iñigo Martínez a su antigua casa, aquel que parecía ser el heredero perfecto del brazalete de capitán de Xabi Prieto volverá a Anoeta tras marcharse a mitad de temporada por la puerta de atrás mientras la Real sufría una crisis profunda. El entonces equipo entrenado por Eusebio Sacristán se quedaba sin su tercer capitán y sin el liderazgo defensivo que tanto hacía falta en tierras guipuzcoanas para irse al máximo rival.

Dando un paso atrás en el tiempo, hasta hace siete temporadas, eran todo alegrías para el joven central que empezaba a ganarse un sitio en una Real que venía de consolidarse en Primera tras su paso por Segunda División. La temporada 2011-2012 fue el año en el que Iñigo Martínez subió al primer equipo para afianzarse con el objetivo de emprender un nuevo proyecto en la máxima categoría española de fútbol con el club que desde pequeño había confiado en él.

Debut en los derbis de Primera División y golazo

Y así fue, el primer derbi de su carrera futbolística como profesional lo jugó en Anoeta mostrando el carácter y contundencia defensiva que tanto le caracteriza. En aquel partido el Athletic empezaría avisando desde el minuto dos, ya que, Llorente, que generó muchos problemas a la zaga txuri-urdin remató un balón que fue dirigido al palo. Fue el primer aviso del riojano quien no aparecería mucho en el partido, pero que más tarde sería decisivo. Minutos más tarde Iker Muniain, quien fue duda hasta el último momento por una lesión que sufrió en Europa League, tuvo el 0-1 en sus botas, pero Claudio Bravo adivinó el lado y paró sólidamente. Tardó mucho en llegar el primer gol de los vizcaínos que tras una media hora superando al conjunto guipuzcoano, Óscar de Marcos asistiría al delantero riojano el cual aprovecharía su corpulencia para perfilarse y hacer que el marcador cambiará a favor de sus colores.

La Real Sociedad se marchó tocada al descanso, sabiendo que esto no podía quedar así, y Montanier tuvo que recomponer la moral de sus futbolistas con el fin de ofrecer otra chispa en la segunda parte, Iñigo Martínez fue uno de los que entendió a la perfección el mensaje del técnico francés. Zurutuza pudo marcar nada más comenzar el segundo tiempo, sin embargo, Iñigo Martínez dejaría su huella en el derbi vasco tras marcar un gol desde su propio campo, unos 55 metros, aprovechando la posición adelantada de Iraizoz. Un gol que todos los txuri-urdin recuerdan por el tipo de gol que fue y contra quién fue.

Además, siete jornadas después, frente al Betis en el Villamarín, repetiría el mismo golpeo para traer de vuelta a casa los tres puntos. Desde aquel momento, los aficionados blanquiazules empezaron a confiar en un central que prometía rendir a un nivel muy alto. El encuentro seguiría siendo dominado por una Real que nada tuvo que ver con la de la primera parte y siendo superior al Athletic, Antoine Griezmann perdonaría el segundo de los guipuzcoanos tras rematar al poste un disparo cruzado en el que Iraizoz nada podía hacer. Es ahí, en los peores momentos de los leones, cuando apareció Llorente para decidir el encuentro a favor de los vizcaínos.

Del “nunca me iría al otro bando” al “vengo a un equipo grande”

Nada ni nadie podía hacer creer que siete años más tarde jugaría un derbi vasco en Anoeta con la camiseta del Athletic de Bilbao, ni que tiempo atrás jurara amor eterno a la Real Sociedad. Nadie ha olvidado aún frases como “soy de los que piensan que, como en casa, en ningún sitio. Es un privilegio estar en la Real” o “no creo que el Athletic dé 30 millones al enemigo. En cualquier caso, nunca me iría al otro bando”. Aun así, el tiempo hace cambiar a las personas y, el día de su presentación tras fichar por el club rojiblanco, comentaba: “Vengo a un equipo grande. Aquí no vale quedar en mitad de la clasificación; aquí hay ambición”. Además, no dudo en añadir que “desde pequeño siempre he sido del Athletic. Es algo que he mamado. En la Real no era del todo feliz”.

Iñigo Martínez el día de su presentación. Foto: Athletic Club
Iñigo Martínez el día de su presentación. Foto: Athletic Club

Aun así, no ha sido el único que decidió fichar por el eterno rival, otros antes que él también lo hicieron: Lorenzo Juarros, exdirector deportivo del club, Alkiza, Gorka Elustondo o Etxeberría son ejemplos claros. Este último, en especial, fue uno de los traspasos más polémicos de toda la historia vasca. Joseba Etxeberría, promesa txuri-urdin, despuntó en las categorías inferiores de la Real Sociedad, pero con 17 años decidió fichar por el club vizcaíno. Con el tiempo, se convirtió en leyenda rojiblanca disputando 514 partidos.

Así como las ultimas salidas de Gorka Elustondo o Diaz de Cerio al equipo rival no fueron tan polémicas, no se recuerda una mayor rabia desde el fichaje de Etxeberría. El momento y las formas del fichaje de Iñigo no fueron las correctas tras dejar al equipo a mitad de temporada, a falta de dos días del cierre del mercado invernal. Asimismo, muchos aficionados destacan las declaraciones del ondarres, el día de su presentación, como motivo para pitarle el próximo sábado.