Este 2017 está siendo el año de las despedidas a grandes figuras del fútbol como Philipp Lahm o Francesco Totti. Ahora el que lo hace es Andrea Pirlo como confirmó hace unos días a través de sus redes sociales. 22 años han pasado desde que un joven Pirlo con solo 16 años debutó. 22 años en los que se ha forjado uno de los mejores jugadores de la historia de este magnífico deporte.

Un rápido comienzo

Nacido en una de las localidades de Lombardía, Flero, el 19 de mayo de 1979, Andrea Pirlo nació para ser futbolista. Rápido ascendió por las categorías inferiores del Brescia, hasta que en 1995 y con solo 16 años debutó en el primer equipo ante el Reggiana en el Città del Tricolore. El técnico en ese momento del Brescia, Adelio Moro, le ingresó en el campo a diez minutos del final en un partido que no tenía mayor trascendencia ya que ambos equipos estaban destinados a descender a la Serie B. No obstante, allí, en ese estadio, en ese partido, se empezó a forjar al maestro.

L'architetto llega a Milán

En la temporada 1998/1999, aterrizó en Milán para vestir de nerazzurro. La estancia en el equipo del norte de Italia se vio marcada por un escaso protagonismo del joven Pirlo que se encontró con Roberto Baggio y le relegó al banquillo en la mayoría de los partidos. Esto hizo que Andrea Pirlo fuera cedido al Reggiana y en la temporada 2000/2001, al Brescia donde se reencontró con Roberto Baggio. Con el fin de que pudiera tener un lugar fijo en el equipo titular, Carlo Mazzone le reubicó en el campo en una posición más retrasada, justo por delante de los defensas. La manera en la que tomaba el balón y lo movía con el criterio adecuado a cada momento hizo que el técnico italiano tomara esta decisión. Desde esta posición, ayudó a Roberto Baggio a marcar su gol favorito, como él mismo dijo en una entrevista, en el partido que enfrentó al Brescia con la Juventus en 2001, donde Pirlo le dio un pase de 32 metros a la espalda de la defensa para hacer el 1-1.  

Foto: Getty
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Las grandes actuaciones en el Brescia llamaron la atención de otro equipo de Milán, en esta ocasión, el AC Milan. Allí llegó en la campaña 2001/2002, con Faith Terim como entrenador. Andrea Pirlo estuvo entre los nuevos fichajes junto a Rui Costa, Filippo Inzaghi, Cristian Brocchi y Alessandro Nesta. Sin embargo, Andrea Pirlo no disputaría muchos minutos salvo algunos en los segundos 45 minutos de los partidos. La situación cambió con la destitución de Terim y la llegada de Carlo Ancelotti en noviembre de 2001, después de los malos resultados en el comienzo de la temporada. El técnico italiano implantó un sistema de juego — 4-3-2-1 / 4-3-1-2—, que favorecía a Pirlo, convirtiéndole en el centro de todo el juego. Con Seedorf y Gattuso como compañeros, el Trilli Campanellino pudo mimar al balón jugando con pausa y toque, mientras que sus aliados a los costados recuperaban los balones y actuaban defensivamente. El AC Milan pasaría por un periodo de oro en el que ganó la Copa de Italia, dos Scudetti, una Supercopa de Italia, dos Champions League, dos Supercopas de Europa, y un Mundial de Clubes.

Foto: Getty
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Un Andrea Pirlo sin mucha atención mediática

Llegó el Mundial de 2006 de Alemania y cómo no, Andrea Pirlo estaba allí para hacer ‘lo suyo’. A pesar de que pasó desapercibido para los aficionados al fútbol y para la prensa, a los que llamaron más la atención jugadores como Cannavaro o el famoso cabezazo de Zidane a Materazzi, Pirlo consiguió ser el segundo máximo asistente (por detrás de Riquelme) y mejor jugador en tres ocasiones, incluyendo la final del Mundial. Una de las cosas que más destacaron de Andrea Pirlo fue la asistencia que dio a Fabio Grosso en la semifinal ante Alemania, con otro de sus famosos balones a la espalda de la defensa.

De Turín a las Américas

En 2011, Andrea Pirlo se despedía entre lágrimas de sus compañeros en uno de los entrenamientos del AC Milan, sabiendo que iba a emprender un nuevo viaje, esta vez a la Juventus de Turín. Muchos pensaron que ese sería el último año de Andrea Pirlo como futbolista en preludio de su retiro, pero estuvo muy lejos de ello y en su lugar, fue su consolidación como director de orquesta con nuevos matices: la magia, la ligereza y la elegancia. Pirlo decidió que había llegado el momento de dejar de correr, de perseguir el balón y de simplemente, tomarlo con pausa y hacerlo deslizarse por el verde. Su excompañero en el AC Milan, Gattuso, ya lo dijo en una ocasión: "Cuando veo jugar a Pirlo y lo veo con la pelota a sus pies, me pregunto si realmente puedo ser considerado como futbolista". En la Juventus logró una Copa de Italia, cuatro Scudetti y una Supercopa de Italia.

En 2015, Andrea Pirlo se despidió de la Juventus tras la final de la Champions League en la que cayó ante el FC Barcelona, haciendo que se fuera sin el único resultado que le faltaba ganar en el club bianconero. Decidió entonces que era momento de dejar el fútbol europeo y marcharse a Estados Unidos para jugar en el New York City FC junto a David Villa. En los dos años y medio que ha estado militando en las filas del conjunto de la Conferencia Este, logró quedar segundo en la Major League Soccer, y en las semifinales de la MLSCup.

El penalti a lo Panenka y el tiro libre en Maracaná. 

Uno de los momentos que más se recordarán de Andrea Pirlo será el partido ante Inglaterra en los cuartos de final de la Eurocopa de 2012. Incluso aunque Italia cayó ante España en la final, Italia se vio sumergida en una nube en la que se apreció de verdad la figura de Pirlo. En aquel partido ante Inglaterra se llegó a los penaltis. Máxima presión. Balotelli fue el primero en disparar. Dentro. Gerrard empató para Inglaterra. Montolivo falló el suyo y Rooney adelantaba a los ingleses en el siguiente penalti. Pero, se detuvo el tiempo, volvía a hacerlo. Pirlo volvía a maravillar al mundo y lo hacía a lo Panenka. Su parsimonia para lanzar el penalti mientras Joe Hart lo presentaba de primera mano ya vencido en el verde. Andrea Pirlo sería eterno a partir de ese instante.

Foto: Getty
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Otro de los momentos con los que un jugador sueña desde pequeño es jugar en Maracaná y Pirlo lo consiguió en su capitanía 100 con Italia. El partido era ante México en la Copa Confederaciones de 2013 y fue en el minuto 28, cuando Andrea Pirlo se colocaba tras el balón para realizar el lanzamiento de falta. Un precioso y muy preciso disparo que acabaría al fondo de las mallas de la portería de México. Italia no consiguió ganar la Confederaciones, quedó en tercer puesto por detrás de España y Brasil, que fue la campeona.