Deja vú en la primera jornada de fase de grupos de Champions. El Oporto volvía a visitar el Estadio Cívitas Metropolitano (Wanda el curso pasado) para abrir la competición y ambos entrenadores se encargaron de recordarlo en la rueda de prensa previa al partido. Simeone arriesgó con Oblak de salida, el esloveno fue duda hasta última hora, pero la Champions es la Champions y el meta forzó para estar bajo palos. Destacada también la vuelta de Molina al carril diestro, desplazando a Llorente a la medular junto a Koke y Saúl y arriba, para el gol, los indiscutibles Morata y Joao.

La apuesta, viendo el resultado final, le salió bien a Simeone, pese a los continuos vaivenes que tuvo el partido.

Pero empecemos por el principio, Futre, leyenda de ambos equipos, fue homenajeado antes del partido. Homenaje, más que merecido tras sus problemas de salud, el que le dieron ambas hinchadas, la rojiblanca y los más de tres mil portugueses que llenaban el tercer anillo del fondo norte del coliseo rojiblanco.

Ya en el partido, entró mandón el conjunto colchonero al duelo, dejando un primer cuarto de hora que, hasta la presente, reza como uno de los mejores tramos de juego de lo que va de temporada. A través de la presión alta se adueñó el Atleti del balón, liderados por un Joao Félix al que se le ilumina el rostro cuando suena el himno de la máxima competición continental. El portugués, eléctrico, llevó la mayoría de acciones de peligro de los rojiblancos, pero el Oporto, que hasta el minuto 15 no hizo acto de presencia en el partido, despertó con dos llegadas con cierto peligro. Desde ese momento, el encuentro se igualó y los dos equipos intentaron llegar al gol, pero sin descuidar su retaguardia en ningún momento. 0-0 al descanso y una ocasión final en botas de Pepé que hizo contener la respiración a la grada atlética.

En el descanso, Simeone, que anda a vueltas con sus carrileros, introdujo a De Paul y Lemar en el verde, pasando Llorente y Saúl a ocupar las bandas. Los cambios parecieron funcionar, el Atleti volvió a entrar mejor que el Oporto, hasta que Koke mandó el balón a la red en el minuto 50. Para desgracia colchonera, Rodrigo de Paul estaba en posición incorrecta en el inicio de la jugada y el gol no subió al marcador. Y se acabó el Atleti.

Manuel Marcos Baute Martín
Foto: Manuel Marcos Baute Martín

El Oporto se volvió a hacer con el partido, tardando incluso menos que en la primera parte en igualar el choque en intensidad, ganas y juego. Pero, ahora sí, con ocasiones de gol. En concreto dos, muy claras, que pusieron nerviosa a la hinchada colchonera. Para entonces, Griezmann había ocupado el sitio de Saúl en el campo y el sistema había virado hacia un 4-4-2. Este cambio de sistema lo mantuvo el Cholo el mismo tiempo que tardó el Oporto en tener dos llegadas claras, nueve minutos. Mario Hermoso por Morata y vuelta a los orígenes con el mismo éxito en ataque, ninguno.

Manuel Marcos Baute Martín
Foto: Manuel Marcos Baute Martín

Corría el minuto 70 de partido cuando el choque dinamitó por diferentes motivos. El cambio de Joao Félix, el mejor del Atleti, por Correa fue correspondido con una sonora pitada de gran parte del estadio. De seguido, la lesión de Otavio provocó la entrada de las asistencias médicas, para, cinco minutos después, ser expulsado Taremi por doble amarilla, la segunda por dejarse caer de forma deliberada en el área.

Con todo esto, se llegó al minuto 90 y el cuarto árbitro reflejo nueve minutos de añadido. Nadie, absolutamente nadie, de los que estaban esta noche de septiembre en el Metropolitano estaba preparado para lo que iba a pasar.

En el minuto 91, Mario Hermoso enganchó un balón en la frontal del área, que tras rebotar en nadie sabe donde, volvió a tocar en el jugador rojiblanco. El balón superó a Diogo Costa y se coló llorando en la meta del cuadro luso. 1-0 en el marcador con Hermoso dirigiéndose al famoso Fondo Sur, con el que tuvo sus más y sus menos, para, esta vez, fundirse en un abrazo.

Twitter: Atlético de Madrid oficial
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Pero, señoras y señores, esto es el Atlético de Madrid. Cuando todo apuntaba a victoria rojiblanca, un penalti por mano de Hermoso en el área colchonera pondría de vuelta y media el Metropolitano. En el lanzamiento, Oblak toca el balón de Uribe, pero este se cuela en la portería rojiblanca para poner el 1-1. Nervios y ansiedad. Recuerdos del Vietnam.

La delgada línea que separa el amor y el odio del hincha atlético con esta competición se volvió más fina que nunca. Concretamente, una línea de tres minutos. Lo que tardó, Griezmann, si, Griezmann, el de la media hora por partido, en mandar a la red de nuevo el balón en un córner peinado por Witsel en el primer palo. 2-1. Final. Y menos mal. Porque si esta locura dura un minuto más, alguno habría perdido la cabeza.

Twitter: Atlético de Madrid oficial
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