Todo el mundo es consciente de la solidez y la firmeza que presenta el conjunto blanquiazul en el estadio de Riazor, pero, cada vez que toca hacer las maletas, el Depor se transforma y pierde fuelle.

A pesar de los desplazamientos masivos de aficionados herculinos, el equipo de Óscar Cano no consigue dar con la tecla. En León el equipo no dio muestras de ser un candidato al ascenso directo. Si bien es cierto que Mario Soriano y Alberto Quiles pudieron cambiar el resultado con varias ocasiones muy claras que fallaron por centímetros, la defensa no dio muestras de una seguridad digna de un campeón, y, finalmente, hizo aguas. 

En Salamanca la hoja de ruta se asemejaba diferente. El conjunto blanquiazul consiguió adelantarse en el marcador con una buena jugada finalizada por Mario Soriano. Todo parecía que iba por buen camino. Diego Villares tuvo otra oportunidad para ponerse con un cero a dos que le pondría todo muy cuesta arriba al Unionistas, pero no acertó. Al poco tiempo, un despeje de la defensa salmantina provocaría un despiste entre Adrián Lapeña y Pablo Martínez dejando a Mario Losada, ex del Fabril, completamente solo que definió, de manera espléndida, para luego pedir perdón a la afición visitante por su pasado en el equipo filial coruñés. Tampoco ayudó la expulsión de Roberto Olabe al inicio de la segunda parte, que obligó al técnico granadino a realizar unas sustituciones que no consiguieron ordenar al equipo. En los minutos finales apareció otro ex deportivista para ‘‘aguar’’, más aún, los intereses de los deportivistas. Christian Santos remató un centro lateral con un ‘‘testarazo’’ condenando al conjunto visitante que no pudo rascar, ni siquiera, un punto en tierras ‘‘charras’’. 

Los números jugando de local asustan: en los últimos ocho partidos solo se han encajado tres goles, uno contra el Real Madrid Castilla y dos, el pasado fin de semana, contra el Fuenlabrada. Se han anotado diecinueve tantos y se han sumado veintidós puntos de veinticuatro posibles; estos datos demuestran la absoluta apisonadora en la que se convierte el equipo cuando juega en su propio estadio. 

Sin embargo, cuando toca subirse al autobús y desplazarse a otros campos de la península, al Deportivo le cambia la cara. En los últimos siete encuentros, únicamente se han conseguido seis puntos de veintiuno posibles. El balance goleador es paupérrimo comparado con el de casa; seis goles a favor y ocho en contra. 

Es muy extraño que un equipo que es y se siente tan poderoso en Riazor, no pueda materializar todas esas oportunidades que se dan fuera de casa para conseguir los tres puntos. La gran diferencia en lo que concierne al apoyo de la afición, las características del estadio, las condiciones y las propuestas de los rivales son los principales problemas a los que se enfrenta el Deportivo en sus desplazamientos. A falta de ocho encuentros, cuatro de ellos de visitantes, para el final de la liga regular, la principal preocupación del equipo radica en obtener victorias lejos de A Coruña que sirvan para afianzar esa primera plaza tan deseada. 

  • ¿Se puede achacar a la mala suerte?

El técnico deportivista alude, entre otras causas, al mal fario que tiene el conjunto blanquiazul. Numerosas expulsiones trastocan los planes del entrenador y hacen que los últimos minutos de los partidos sea un todo o nada en los que al Depor, últimamente, les sale cruz. Valiosas ocasiones y oportunidades desperdiciadas hacen imposible dar un golpe sobre la mesa y llevar el partido al terreno donde quiere y le beneficia al cuadro deportivista. 

La afición, cansada de estos resultados jugando como visitante, reclama responsabilidades y respuestas directas sobre algunos asuntos que aún son una incógnita para todo el mundo. 

‘‘¿Por qué no juega Trilli?’’ Han sido varios los partidos en los que Antoñito no ha estado al cien por cien y, aun así, ha forzado y ha jugado igual. ‘‘¿Por qué el recambio de Antoñito es Villares?’’ Cuando el lateral derecho no pudo jugar por sanción o lesión, fue el mediocentro el que ocupó su lugar; algo que sin duda resulta un poco extraño, ya que el recambio natural, Trilli, estaba en plenas condiciones. ‘‘¿Y qué pasa con Arturo?’’ Aunque el atacante fue una petición expresa del entrenador, por ahora no está contando con muchos minutos sobre el terreno de juego. 

Lo único que está claro es que para que el Deportivo pueda llegar a final de temporada con opciones claras de ascenso directo, todo pasa por arrollar en el feudo de Riazor y por asegurarse, como mínimo, dos victorias de esos tres desplazamientos restantes.