La temporada del Athletic está siendo para olvidar. Los del Kuko Ziganda ya solamente tienen la ilusión de la UEFA Europa League, y la afición teme que la competición europea, dado el juego del equipo, pueda acabarse en cualquier momento, empezando por este jueves, donde los de Ziganda visitan Marsella, en el partido de ida de los octavos de final de la segunda competición continental. Los leones buscarán un buen resultado en el Velodrome que les permita afrontar con relativa tranquilidad el partido de vuelta en San Mamés.

Tal es el mal momento de forma del equipo, que el malestar de los aficionados se está trasladando incluso al mismo estadio, donde la opinión popular lleva ya tiempo clamando que el nuevo San Mamés no anima tanto como el viejo, y que se echan de menos esas noches épicas en las que la afición llevaba en volandas al equipo, pero esto no siempre ha sido así, se recuerdan partidos en los que, en el antiguo San Mamés, la grada ha estado expectante, nerviosa, callada, viendo como el partido se le escapaba de las manos al Athletic, por lo que cabe pensar si de verdad estamos ante un cambio en la afición rojiblanca, o simplemente se contagia del juego del equipo, y es que el nuevo San Mamés también ha tenido tardes o noches mágicas.

Una afición que va a estímulos

Partiendo de la base de que la afición no mete goles, pero sí sostiene al equipo, lo cierto es que sí que hay fases de algunos encuentros en los que la grada permanece callada, aunque también es cierto que esos momentos de silencio coinciden con momentos en los que el equipo está siendo sobrepasado o en los que ofrece una versión muy baja de juego. Porque guste o no al aficionado del Athletic, San Mamés siempre ha sido una afición que responde a estímulos, en el nuevo campo y en el viejo.

La afición del Athletic responde a estímulos

Lo que sí que hay que tener claro es que, a la afición rojiblanca, lo que le importan son las sensaciones, se ha visto recientemente, pitada contra el Málaga pese a la victoria, aplausos contra el Valencia pese al empate. El ejemplo más claro de esto se ve en el Athletic – Osasuna de la temporada 2004/05, donde durante la primera hora y media se ve un Athletic superado, que recibe tres goles, en un derbi, y San Mamés está descontento, callado, no se cree lo que ve.

Sin embargo, algo cambia con el gol de Fran Yeste de falta. El Athletic ofrece algo, un gol, una reacción, San Mamés responde. Solo hace falta un gol de los suyos para creer en la remontada, poco a poco, conforme pasan los minutos, y van cayendo las ocasiones, y como no, los goles, el público cree en el equipo, le gusta lo que ve, y se remonta. Mismo ejemplo que en el partido Athletic - Betis de dos semanas más tarde.

Noches mágicas en ambos San Mamés

Y es que esto es una de las cosas que más se echa en cara a la afición rojiblanca. La falta de ánimo, las noches mágicas en el estadio del Athletic. Sin embargo, volviendo a lo antes comentado, sí que ha habido noches muy bonitas en la nueva Catedral, donde la afición ha ayudado a mantener un resultado, ha intimidado al rival, y ha llevado al equipo en volandas a conseguir su objetivo. El mayor ejemplo, la Supercopa de España obtenida en 2015 frente al Barcelona.

Una afición que aprieta, que intimida, que vibra con los goles de su equipo, con el juego, con como un equipo del pueblo zarandea sin compasión a todo un campeón catalán. Esa ha sido la gran noche del nuevo San Mamés, que también las ha tenido cuando las cosas no han salido bien, como contra el Sevilla en UEFA Europa League, donde San Mamés presentó sus mejores galas, y animó con fuerza al equipo hasta que se encajó el empate, que como es normal, silenció a la afición, que permaneció incrédula, y perpleja, viendo como el Sevilla acababa llevándose el partido.

O contra el Valencia, en la ronda anterior, donde los leones sí consiguieron la victoria, por 1-0, y se vio un San Mamés capaz de llevar a su equipo en volandas en una noche con mucha lluvia, en la que los rojiblancos merecieron mucho más de lo obtenido. O contra el Sevilla en liga el año que los de Valverde consiguen meterse en Champions, el partido que lo finiquita todo, contra los andaluces, es de los más recordados en cuanto a ambiente en el coliseo rojiblanco.

Claro que, el ambiente en el viejo San Mamés en encuentros como el del Manchester United, o el del Sporting de Portugal es inigualable, pero pongamos estos encuentros en contexto. Manchester United, octavos de final de la UEFA Europa League, con un 2-3 del partido de ida, recibiendo, y con una posibilidad clara de eliminar al campeón inglés en una competición continental, un equipo con historia a nivel europeo, es normal que San Mamés se engalane, y que el ambiente sea ensordecedor.

Sporting de Portugal, el Athletic se encuentra ante una posibilidad de llegar a la segunda final europea de su larga historia, y encima, el equipo ofrece buenas sensaciones, trae un resultado positivo de la ida en el Jose Alvalade, y las cosas vienen bien dadas. No da tiempo a que la afición enmudezca con el gol del Sporting Clube de Portugal, Ibai responde inmediatamente al gol de Van Wolfswinkel. Es normal que el ambiente de estas dos ocasiones se recuerde en San Mamés, pero no son dignas de comparación, son noches únicas. Irrepetibles.

Noches de silencio en los dos San Mamés

Y es que como se ha comentado anteriormente, la afición rojiblanca es un equipo que responde a estímulos. Cuando el equipo se ve superado, cuando incluso le golean en el marcador lo normal es que la afición se decepcione, más aun cuando el equipo no ofrece mejoría. Como por ejemplo en el Bienio Negro, donde los leones vieron como un majestuoso Villa ponía un 0-3 en apenas 20 minutos en un San Mamés que sólo reacciono con el pitido final.

O unos años después, contra el Málaga, donde los de Caparros buscaban Europa y les valía con un empate, un empate que consiguieron, pero que dejó con muy mala sensación a la grada, que estuvo expectante y desesperada todo el choque.

En el nuevo San Mamés se está viendo también esa sensación, sobre todo esta temporada, donde los rojiblancos han visto como equipos teóricamente inferiores han puntuado sin despeinarse, el mal juego del equipo contagia a la afición, y se oye un silencio sepulcral. Es algo normal en una afición como la del Athletic.

Una afición que sostiene

Porque sí, ya se ha comentado, se parte de una base en la que la afición no mete goles, pero te sostiene cuando te zarandean, y esto ha pasado en los dos campos, y con dos ejemplos muy claros. Primero, en el viejo San Mamés, visita del Lokomotiv de Moscú, el Athletic lucha, pelea para remontar una eliminatoria que tiene cuesta arriba, buen ambiente en San Mamés, pero los leones se quedan con un futbolista menos. Aun así, recurre a la épica y se adelanta en el marcador, los rusos aprietan, y San Mamés responde, sostiene, anima. El Athletic se clasifica

Mismo ejemplo en los octavos de final de la Copa del Rey de la pasada campaña, donde el Athletic consigue ponerse 2-0 al descanso frente al Barcelona. Messi recorta diferencias en la segunda mitad y el Athletic se queda con dos jugadores menos, los culés aprietan, mucho, encierran a los leones, y la grada no lo consiente, sostiene a un equipo caído, que esta con nueve contra una de las mejores plantillas del mundo, y el Athletic aguanta el 2-1.