Con la final que tendrá lugar el domingo entre la Francia de Didier Deschamps y la Croacia de Dalic, es inevitable sentir nostalgia con el torneo acontecido hace dos décadas, cuando la selección gala alzó su único trofeo de Campeón del Mundo hasta la fecha. 

20 años se cumplen de aquella final, de la consecución del máximo título internacional por parte de un país, que posiblemente lo necesitaba más que nadie, debido a la situación política del país. 

La analogía de esa selección francesa campeona y la de este 2018 se produce de manera automática, debido a que cuenta con jugadores de un carisma similar en ambas plantillas, mezclando juventud y jugadores contrastados. 

Ambos conjuntos, contaban con una estrella, Zidane en el caso del 98 y Griezmann en el lado de los finalistas del próximo domingo, así como con un joven que se consagraría a lo largo del torneo, donde emergió Thierry Henry a finales de siglo y este mismo año el jugador del PSG, Kylian Mbappé.

En este 2018, Francia se verá las caras de nuevo contra Croacia, quien curiosamente realizó, al igual que los gabachos, su mejor participación en un Campeonato del Mundo hace 20 años, cuando cayó a las puertas de la final contra la propia Francia. 

Los fantasmas de 1998 vuelven a ceñirse sobre los croatas que tienen encasquillados a los franceses, pero que se verán por primera vez en su historia a una victoria de obtener el trofeo de mejor equipo del mundo. 

Analizando a aquella Francia entrenada por Jacques, destacaba el fútbol directo, al igual que la actual dirigida por Deschamps, contando con una rocosa defensa que permitió tan solo un gol en la fase de grupos. 

 Para situar a aquel equipo, bastaría con imaginar una mezcla entre el poderío en el balón parado de la actual Inglaterra, y la fortuna de los rivales en la final de este año, la Croacia de Luka Modric, puesto que se asemejaría en el modo de alcanzar la final, al haber sufrido aquella Francia un Gol de Oro en octavos frente a Paraguay anotado por Laurent Blanc, y una tanda de penaltis contra Italia, bajando su nivel respecto a una fase de grupos más sólida. 

El mix entre los Three Lions de Kane y la Croacia de Luka Modric, se convirtió en un equipo que hasta la final no vería impuesta su categoría en los momentos decisivos de torneo, porque se encontró con equipos que no pusieron las cosas fáciles a les Bleus

A la final se plantaron sin el cartel de favoritos, enfrentándose a la selección verdeamarela de jugadores de la talla de Rivaldo, Dunga, Roberto Carlos, Bebeto o Cafú, que venía convenciendo a todo el panorama futbolístico con un juego de asociación y regates vertiginosos que deleitaba a todo aficionado indiferentemente de su nacionalidad. 

Primera en fase de grupos y machacando por 4-1 a Chile en octavos, se vieron más apurados en cuartos contra Dinamarca, y consiguieron in extremis el pase a la final frente a la Holanda de Marc Overmaars que completaría un Mundial de escándalo. 

Eliminatorias ajustadas, apretadas, llenas de emoción y que generaron un desgaste en las plantillas francesas y brasileñas que vaticinaban un encuentro "a los puntos" y en el que las genialidades individuales podrían determinar el vencedor de la Copa del Mundo. 

Pero el factor cancha pudo haber provocado una presión adicional a la Canarinha, ocurriendo un hecho del que hoy en día se sigue hablando: los posibles problemas cardíacos de la estrella brasileña, Ronaldo Nazario

Nunca se sabrá, si otro gallo (nunca mejor dicho) hubiera cantado en caso de que el delantero que jugase en Real Madrid, Inter de Milán o Barcelona entre otros, hubiese estado en plenas condiciones de jugar la final que su equipo perdió por 3-0 a manos de Francia.

La noche anterior, se dijo que el Fenómeno tuvo un parón en el corazón que le dejó con secuelas al día siguiente e influyó en su pésimo partido, donde se le vio desconectado del juego, impropio en un jugador de la naturaleza competitiva de uno de los mejores nueves de la historia. 

Salía de inicio juntos a Taffarel, Cafú, Aldair, Junio Baiano, Roberto Carlos, Cesar Sampaio, el capitán Dunga, Rivaldo, Leonardo y Bebeto, formando un once que buscaba obtener su quinto trofeo mundial. 

Por el lado francés, jugarían el indiscutible Fabian Barthez, héroe en los penaltis frente a Italia, Desailly, LeboeufThuram, el ídolo francés que clasificó con un doblete a los gallos en semifinales eliminando a Croacia, y Lizarazu para completar la defensa. En el centro se encontraría el actual entrenador francés Didier Deschamps, ejerciendo de capitán y dotando de equilibrio a la medular, Karembeu, Petit, Djorkaeff y la estrella del equipo Zinedine Zidane. 

Mención especial merece el punta de este combinado en la final, Stephane Guivarc´h, quien tiene una semejanza en su aportación en el césped a la impresa por Olivier Giroud en la actual Francia, habiendo estado fallón en la definición, sin conseguir ningún tanto, pero aportando en el frente de ataque muchas soluciones a los hombres imaginativos de las líneas traseras, haciendo un encomiable trabajo en la sombra. 

La falta de concentración de los brasileños fue una constante en los 90 minutos de final, abrumados por el ambiente favorable a los Galos y a los ensordecedores vítores de la grada, provocando que su estilo fuera irreconocible, pese a tímidas intentonas en los primeros compases que Barthez pudo sofocar sin problema alguno. 

Pero en el 27 de la primera mitad, el hombre de la final, el astro de la coronilla mágica, empleo su testa, recurso poco habitual en el que fuera jugador de la Juventus, para adelantar a Francia en su final. 

Zidane convertía un cabezazo tras centro milimétrico de Petit, para tardar tanto solo 20 minutos más en replicar la jugada desde el otro costado pero a centro de Djorkaeff, el izquierdo, para que el ex entrenador del Real Madrid introdujera por segunda ocasión en la final, el esférico en el fondo de la red, al filo del descanso.

Mazazo duro con el que se fueron al descanso los brasileños, que no consiguieron revertir la situación en el segundo tiempo pese a la charla del míster sudamericano Mario Zagallo.

Ni tan si quiera la expulsión de Desailly animó a la tetracampeona del mundo (en aquel momento), que vio como los minutos se consumían y no contrarrestaban los dos mazazos de "Zizou" del primer tiempo. 

Para finiquitar y certificar la primera Copa del Mundo para las selección francesa, Petit comandó y finalizó una transición, contragolpe y obra de arte para completar el definitivo 3-0, dejando un tanto de gran factura, con asistencia de Patrick Vieira.

Ronaldo Nazario obtendría el Balón de Oro del campeonato pese a su deficiente final, ya fuera por los motivos que fuere, que no le impidieron conseguirlo ni resarcirse 4 años más tarde en Corea y Japón.

En tercer lugar se situaría la Croacia del Bota de Oro del Mundial, Davor Suker, quien guiaría a los balcánicos a su mejor clasificación hasta 2018 en la máxima competición a nivel de selecciones. 

Ese equipo croata ilusionó a una nación de 4 millones de habitantes, situándoles en el panorama futbolístico e infundiendo miedo hasta en la campeona Francia, que se vio obligada a remontar el 1-0 incial en las semifinales. Sin Thuram, nadie sabe hasta donde habría llegado. 

Pero la revancha de ese partido de semifinales, se vivirá el 15 de julio, 20 años más tarde, con las mismas selecciones enfrentadas pero, esta vez, en una gran final. 

La Francia de Deschamps partirá como favorita a conseguir su segundo título Mundial, mientras que los croatas han firmado su mejor participación, jugando su primera final histórica.

20 años han pasado desde la mejor participación de los dos países, que se volcarán con sus combinados nacionales buscando hacer historia e ilusionar a dos países, que gozan de los mejores generaciones de futbolistas de su historia. 

Ambas generaciones se recuerdan entre sí, en el caso de Francia con el aliciente que más polémica y unidad por partes iguales trajo consigo, debido al tema racial, donde ha habido polémica siempre entre les Bleus, mientras que por parte de Croacia porque desde 1998 no se veía en una situación de tanta influencia y acaparando tantos focos dentro del deporte rey.