0-1, min. 9, Moussa Diaby. 1-1, min. 22, Yannick Carrasco. 1-2, min. 29, Callum Hudson-Odoi. 2-2, min. 50, Rodrigo De Paul.

Hasta pronto, Champions League

El Atlético de Madrid queda apeado de la máxima competición de clubes europeos tras empatar 2-2 ante el Bayer Leverkusen en el Metropolitano

Hasta pronto, Champions League
Saúl se lamenta al final del encuentro | Foto: Alejandro Sancho VAVEL
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Por José Antonio Álvarez Martínez

¿Quién dice que las finales y partidos importantes se disputan en mayo? El Atlético de Madrid afrontaba la noche del 26 de octubre un partido fundamental de cara al devenir de su temporada ante el Bayer Leverkusen. Si por algo se caracterizan los colchoneros es por su épica, su sufrimiento y por su supervivencia en los momentos más extremos, y esta fase de grupos de la UEFA Champions League no iba a ser menos. Los de Simeone necesitaban ganar el partido ante los alemanes para mantenerse vivos en la competición, sabedores de la contundente victoria del Oporto ante el Brujas unas horas antes.

Foto: Alejandro Sancho VAVEL
Foto: Alejandro Sancho VAVEL              

El Metropolitano también lo sabía, por lo que se vistió con sus mejores galas para la ocasión. Un impresionante mosaico decoraba las gradas del feudo rojiblanco minutos antes del pitido inicial del colegiado, mientras la afición entonaba a capella el himno del club, terminando así de crear un caldo de cultivo perfecto para una gran noche de Champions League.

Sorpresa alemana

A pesar de todo lo anterior, el partido no iba a comenzar de la mejor manera para los locales, pues los pupilos de Xabi Alonso, quien fue nombrado como entrenador del Bayer Leverkusen unas semanas antes de este duelo, salieron a dinamitar el encuentro con unos contragolpes letales. El capitán general de su barco, Moussa Diaby, puso el 0-1 en el electrónico antes de los diez minutos de juego, tras definir de manera impecable ante Jan Oblak, aprovechando una pérdida de Antoine Griezmann en una zona peligrosa de su terreno de juego. Este iba a ser uno de los grandes problemas del Atleti en la primera mitad, pues, gracias a la alta presión germana y a la imprecisión colchonera, los visitantes dispondrían de varias jugadas de peligro en sus vertiginosos contragolpes.

Foto: Alejandro Sancho VAVEL
Foto: Alejandro Sancho VAVEL           

A pesar de ello, y gracias a la calidad individual de los suyos, el Atleti iba a igualar el encuentro poco tiempo después, tras una gran combinación entre Griezmann, Correa y Carrasco, que el propio belga se iba a encargar de finalizar con un fuerte y seco disparo que entró rozando la cepa del poste de Hradecky, lo que supuso el empate y su consecuente inyección de moral para la afición local.

Foto: Alejandro Sancho VAVEL
Foto: Alejandro Sancho VAVEL         

Pero, como bien hemos dicho, las pérdidas en propio campo iban a ser el talón de Aquiles del Atlético en esta primera parte, y así fue como los germanos generaron su segundo gol de la noche, obra de Callum Hudson-Odoi. En este caso fue Angelito Correa el que cometió el craso error de regatear en la frontal de su área, permitiendo que Amiri robase el esférico y este asistiese al extremo inglés, que no perdonaría ante el meta esloveno del conjunto local. Tan solo 7 minutos después, el Bayer Leverkusen se había vuelto a poner por delante en el marcador, y no existía la sensación de que el peligro alemán acabase, pues fueron continuas las llegadas y numerosos los sustos que vivieron los aficionados colchoneros antes de llegar al descanso.

Creer hasta vencer

Este es el lema que los jugadores del Atleti debieron repetir como un mantra en el vestuario antes de saltar a la segunda parte, pues cambiaron radicalmente su comportamiento tras el paso por el mismo. Los primeros cambios fueron aquellos que realizó Diego Pablo Simeone, que sustituyó a Mario Hermoso y a Ángel Correa por Saúl y Rodrigo De Paul, ganando presencia en el centro del campo y adueñándose del partido desde aquel momento. Otro de los cambios a tener en cuenta fue la disposición del equipo, que salió del esquema de cinco atrás y volvió a la defensa de cuatro, situando a su línea defensiva lo más adelantada posible, en busca de la igualada y de la posible victoria

Foto: Alejandro Sancho VAVEL
Foto: Alejandro Sancho VAVEL         

Tan solo cinco minutos entrada la segunda parte le iban a bastar a Rodrigo De Paul para dejar su carta de presentación en el encuentro, pues el sarandiense anotó un golazo desde la frontal para igualar el encuentro y devolver la alegría a las gradas del Metropolitano, que comenzaron a animar descontroladamente, hambrientas de coraje y de corazón. Esto iba a llevar en volandas a los de Simeone, que vieron como, durante los 20 minutos posteriores, iban a disponer de situaciones claras para definir el partido en su favor, aunque sin acierto, pues tanto Hradecky como los propios fallos de los futbolistas iban a impedir que el Atleti pudiese culminar la remontada. Los últimos minutos del encuentro se vivieron como si de una eliminatoria se tratase, pues el conjunto rojiblanco se volcó hacia la portería alemana, mientras que el Leverkusen tiraba contras que eran detenidas brillantemente por un Jan Oblak inconmensurable.

Crueldad en su máxima expresión

Pero como en todo partido del Atlético de Madrid, lo mejor siempre llega al final. El partido parecía sentenciado y el Atleti disponía de una última bala en la recámara: un saque de esquina. Yannick Carrasco la puso, un jugador rojiblanco peinó, pero el despeje de uno de los alemanes hizo que el colegiado Clément Turpin decretara el pitido final del encuentro con las tablas en el marcador. Cuando todo el mundo pensaba que la cosa se había acabado, un solo gesto del trencilla hizo que el mundo se parase durante unos minutos que fueron eternos: el VAR estaba revisando un posible penalti a favor del Atlético de Madrid.

Foto: Alejandro Sancho VAVEL
Foto: Alejandro Sancho VAVEL          

Todos aquellos aficionados que se marchaban cabizbajos y desolados tras el empate de su equipo, se agolpaban ante las pantallas para ver qué estaba pasando, pues parecía surrealista la situación. Fue ahí cuando, tras una consulta rápida ante el televisor, Turpin señalaría la pena máxima y daba comienzo al via crucis del Atleti en una fría noche de octubre. Yannick Carrasco iba a ser el encargado de lanzar el penalti, teniendo así la oportunidad de alargar las esperanzas atléticas de pasar de fase. Pero el destino, caprichoso como él solo, decidió que esta vez no, que esta vez el Atleti no ganaría en el descuento, que esta vez el Atleti no se saldría con la suya. El lanzamiento del belga lo detendría Hradecky y, posteriormente, Saúl estrellaría el rebote en el travesaño, aunque esto no sería todo, pues el rechace del travesaño lo recogería un Reinildo que conectó un gran remate a gol que fue repelido por el propio lanzador del penalti, Yannick Carrasco, dejando helado a todo el Estadio Metropolitano, que veía, incrédulo, cómo sus muchachos habían desperdiciado una oportunidad de oro mediante una serie de desgracias surrealistas.

El Atleti y su gente

Tras una dosis de surrealismo para acabar, el colegiado decretó el segundo y definitivo pitido final, con el que el Atlético de Madrid quedaba apeado de la Champions League, hecho que no sucedía desde hacía 5 temporadas. Una gran parte de la hinchada rojiblanca, aún incrédula ante lo que había transcurrido minutos antes, se quedó cantando y animando a los suyos, que permanecían perplejos sobre el césped tras el final del encuentro. 

Foto: Alejandro Sancho VAVEL
Foto: Alejandro Sancho VAVEL         

Y es que esto es el Atlético de Madrid, señoras y señores. A pesar de caerse, toca levantarse lo antes posible. Es muy bonito estar siempre cuando suceden las cosas buenas, pero es precioso estar y ayudar cuando las cosas no marchan como uno quiere. El aficionado rojiblanco no te pedirá nunca que traigas un trozo de metal en tu vuelta a casa, sino que te pedirá que sudes, que sangres y que llores por un trozo de tela rojo y blanco con un escudo sobre el corazón. No importa si es en LaLiga, en la Copa, en la Champions o en la Europa League, el Atlético de Madrid es y será grande siempre por su gente, aquella que, orgullosa, lucirá mañana la rojiblanca allá donde vaya.